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PERFIL

Un luchador honesto que siempre ha levantado la mano


Lo mismo para cuestionar como estudiante los privilegios que tenía por ser blanco que para pasar a la clandestinidad en su lucha contra el Apartheid o para exiliarse a consecuencia de todo ello. Sin dudarlo, al montar en Londres una red de activistas y solidaridad o al entrenar comandos en la selva, Ronnie Kasrils siempre levantó la mano. Igual que para regresar clandestinamente a Sudáfrica, en la Operación Vula, para regresar ya como dirigente del ANC y del Partido Comunista. Kasrils levantó de nuevo la mano. Cuando le pidieron que se incorporase al Gobierno como viceministro de Defensa y luego como ministro de Aguas o de Inteligencia, este revolucionario no dudo en decir que sí.

En su caso, no es solo una cuestión de valor o de osadía. Es, ante todo, una cuestión de honestidad revolucionaria. Porque cuando, muchos años después, Kasrils vio la deriva política del que había sido su compañero en la clandestinidad, Jacob Zuma, cuando consideró que su antiguo camarada estaba poniendo en riesgo el legado de la lucha contra el Apartheid y llevando a su movimiento al fracaso político, Kasrils también levantó la mano. Con el dedo alzado, se preguntó si esto era para lo que habían luchado, si podían permitir que se cediese el poder del Estado a grupos de presión y de interés, si los grandes líderes de ese movimiento sin igual que es ANC, de Mandela a Ahmed Kathrada o Joe Slovo, hubiesen permitido tal degeneración.

El compromiso de Kasrils con la justicia y la libertad no conoce fronteras. Destaca su oposición al régimen de Israel y su defensa de Palestina. Le ha acarreado duras críticas, en parte por sus orígenes judíos. Sin embargo, sigue sosteniendo que el régimen sionista replica peligrosamente pautas y políticas que instauraron la segregación en Sudáfrica.

Kasrils también aceptó ayudar a las fuerzas vascas en la resolución del conflicto, y tomó parte de la Comisión Internacional de Verificación del desarme de ETA. Una vez más, se presentó voluntario para dar fe del sellado del arsenal. Eso le llevó a la Audiencia Nacional, episodio delirante en la vida militante de este aventurero. Lo recordó ayer su amigo vasco Urko Aiartza al presentarle en Iruñea.

Amable, encantador, interesante, apasionado, lúcido… Las personas que lo conocen destacan todas esas virtudes además de la honestidad. Su libro “Armado y peligroso” debería ser de obligatoria lectura en los institutos, porque es un relato vibrante de la lucha que venció al Apartheid, contada con buen gusto y una pasión al alcance de pocos cronistas.

Por todo ello, por su ayuda y por su ejemplo, ayer Sortu le homenajeó en su Conferencia política. Recogió el hermoso galardón, inspirado en la txalaparta, mano a mano con su esposa Mina, a quien llevó a visitar el árbol de Gernika nada más pisar juntos este país.

«¿Amigo de Euskal Herria? Para un sudafricano que ha peleado por la justicia y la libertad, que ha sido comandante a las órdenes de Nelson Mandela, es lógico, tenemos tanto en común...», subrayó, antes de despedirse con ‘‘Gora Euskadi askatuta’’&flexSpace;y ‘‘No pasarán’’. Palabra de Kasrils.