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NORA CORTIÑAS
MADRE DE PLAZA MAYO-LÍNEA FUNDADORA

«Cuando estamos con madres de presos de otros países, el idioma no importa»

El martes se cumplen 42 años de las primeras rondas de las Madres de Plaza de Mayo. Nora Cortiñas fue una de esas primeras madres que salió a buscar y reclamar verdad y justicia tras la desaparición forzada de su hijo el 15 de abril de 1977.


El 15 de abril de 1977, un tsunami atravesó el hogar de Nora Cortiñas. Desde ese día no supo más de su hijo Carlos Gustavo. Dos días antes, un domingo de Pascua, se habían despedido tras una comida familiar sin intuir que sería la última vez que se verían. Ese 15 de abril empezó para ella un vía crucis. En ningún momento ha bajado los brazos en la búsqueda de la verdad y de justicia. Recuerda cuando en la iglesia le dijeron que «mejor me quedara en mi casa y le pusiera un clavel a la foto de mi hijo». El secuestro-desaparición de su hijo y la de miles de jóvenes argentinos cambiaron para siempre la vida y rutina de Cortiñas, hasta entonces un ama de casa más de la época alejada de los avatares políticos. «Ese día salí a la calle y vi otro mundo, que no se correspondía a las cuatro paredes de mi casa, como solía decir mi hijo», confiesa.

Lleva 42 años marchando junto a otras madres, recorriendo el mundo contando su verdad, denunciando el «terrorismo de Estado» y solidarizándose con las causas kurda, saharaui o palestina. Viene de lejos también su vinculación con Euskal Herria.

Invitada por Ernai y Aitzina, participó en Gazte Topagunea, donde, rodeada de jóvenes, les dijo que no son el futuro, sino el presente y les animó a no ser indiferentes a las necesidades del pueblo. Se entrevistó con Etxerat, acudió al Aberri Eguna en Iruñea, viajó a Altsasu y visitó al preso enfermo Ibon Iparragirre en Gasteiz. Hizo además una parada obligada en Gernika: «Una cosa es conocer la historia y lo que ocurrió, y otra sentirlo en el lugar. Fue impresionante».

A sus 89 años, despliega una poderosa –y envidiable– energía y fuerza interior. «Las Madres empezamos en esto cuando estábamos en los 50 años, las que quedamos rondamos ya los 90 e, incluso, alguna ha cumplido los cien. Cuando me preguntan de dónde sacamos esta energía, siempre respondo que es algo visceral, que nos sale de las entrañas», afirma Cortiñas en entrevista a GARA antes de regresar.

¿Cómo se ha sentido rodeada de tantos jóvenes?

Ha sido una experiencia muy hermosa. Ha sido muy emotivo ver la cantidad de hombres y mujeres tan entusiastas de juntarse y de expresar su ánimo de lucha en el campo social y político. Los jóvenes no están alejados de lo que tiene que ser una lucha por el bienestar del pueblo. Los jóvenes no son el futuro, sino el presente. Es el mensaje que siempre trasladamos las Madres y lo que les he querido transmitir. Ahora es el momento de que estudien, miren al pueblo, a su alrededor. Les diría que no sean indiferentes; que es posible un mundo de bienestar pero hay que trabajarlo.

¿Cómo valora el auge de la extrema derecha?

Vamos para atrás en cuanto a las políticas sociales que hacen digna la vida de los pueblos. No sabemos lo que está pasando, por eso siempre les digo a los jóvenes que es posible un mundo de bienestar, pero que para eso deben empeñarse en estudiar y en dialogar. Y los gobiernos tienen que dar a los jóvenes la posibilidad de estudiar.

Durante estos días en Euskal Herria ha visitado al preso Ibon Iparragirre, se ha reunido con familiares de presos enfermos, con Etxerat…

El preso está preso, ya tiene una condena. Las Madres llevamos años pidiendo el acercamiento de los presos vascos y respaldando las peticiones de sus familiares.

Un apoyo solidario que incluso le costó la censura por parte del Festival Internacional de Cine de Donostia cuando en 2007 vino a presentar el documental «Madres».

Sí. Cuando me saqué una foto con una pancarta en la que se pedía el acercamiento, la película que recogía el testimonio de 17 Madres quedó fuera de competición por decisión de la dirección del Festival. Me dio mucho dolor y pensé que tampoco terminamos con la censura. Pero estas son las acciones que hacemos las Madres; la búsqueda de verdad y justicia. Seguimos con esta solidaridad, porque no toleramos que haya tanta violencia contra los pueblos. Las Madres no vemos que organizaciones tan importantes como la OEA o la ONU paren esta violencia contra los pueblos. No hay un llamado de atención o una sanción. Los vemos en el caso de Israel. Como civilización nos avergüenza que se ataque tanto al pueblo palestino o al kurdo y no haya una respuesta, y que la expresión de una huelga de hambre indefinida esté mostrando al mundo la gravedad de la situación.

En Altsasu, pudo escuchar en primera persona el relato de los padres y las madres de los jóvenes encarcelados.

Nosotras empezamos en esto cuando teníamos cerca de los 50 años, ahora estamos en los 90. Cuando nos encontramos con madres de presos de otros países, el idioma no importa; el dolor nos acerca para seguir comprometiéndonos en la lucha. Nada de lo que hacemos es una obligación. En este caso, solo por un desencuentro entre jóvenes, se los llevan presos y los familiares tuvieron que empezar a transitar el camino de la cárcel y de la Justicia injusta que busca un delito en una discusión y pelea por unas cosas que son nimias. Fabricar causas. Sucede también en Argentina, donde la Justicia solo funciona para un sector, el de la oligarquía. No concebimos que haya persecuciones acá y en Argentina.

Sus padres eran catalanes. ¿Cómo valora el juicio en la Audiencia Nacional por la celebración del referéndum y que haya presos políticos?

Las Madres desde siempre hemos insistido en la libre determinación de los pueblos. No concebimos que metan presos a quienes buscan la libertad y la independencia.

La desaparición de su hijo la sacó de las paredes de su casa.

El 15 de abril de 1977 un tsunami pasó por mi casa. Un tsunami que barrió una generación con ideales e ilusiones y dejó heridas muy profundas. La desaparición forzada es el crimen de crímenes. El desaparecido deja de ser persona para ser un número. Las Madres luchamos para que nunca más exista esta metodología infame y tan cruel. La desaparición es como si te amputaran una parte del cuerpo; la herida vive sangrando y solo la lucha que llevamos las Madres y el acompañamiento de una gran parte del pueblo que ha entendido que estos crímenes no se pueden ni olvidar ni perdonar atenúa ese gran dolor. A veces nos preguntan de dónde sacamos esta fuerza. Yo diría que es visceral, espontánea, nadie nos llevó jamás de la mano para salir de la plaza, ni nos instigó. Este 30 de abril se cumplen 42 años desde que empezamos a ir a la Plaza de Mayo. Y seguimos yendo las que quedamos. Cada vez menos pero fuertes en nuestras convicciones. No tiene que quedar ningún genocida libre por las calles de nuestro país ni del mundo.

Cuando creíamos que nunca más se iba a emplear esa metodología para disciplinar a una juventud solidaria, en agosto de 2017 sufrimos la desaparición de Santiago Maldonado, que lo único que hizo fue ser solidario con las comunidades mapuche. Y con el agravante de que negaron su desaparición.

Hay que seguir peleando, exigiendo que se abran los archivos, que nos digan qué pasó con cada uno de los detenidos-desaparecidos y lograr que los bebés robados a mujeres embarazadas y cautivas recobren su identidad. Estamos en eso. Las Madres estamos en esta denuncia del retroceso que estamos viviendo en materia de derechos humanos. En Argentina tenemos una política económica terrorista que lleva al hambre al pueblo, a la desocupación y a la poca o nula atención a la salud y educación. Gobiernos que se llaman democráticos están violando el derecho a la educación, a la salud, a la cultura. En Europa también está pasando este avasallamiento de los derechos de los pueblos. Las Madres estamos muy preocupadas por el avasallamiento y persecución contra países como Siria, Palestina, Sahara, Kurdistán, donde la diputada Leyla Güven mantiene una huelga de hambre indefinida para pedir la libertad de Öcalan, que lleva 20 años preso en condiciones infrahumanas.

Usted misma la visitó en marzo. ¿Qué impresión se llevó?

Sentí impotencia de ver que los seres humanos estamos siendo más oprimidos y que, cuando se lucha para terminar con esa opresión, siempre están presente el castigo y la muerte. Vi en Leyla una actitud muy fuerte de defensa de su patria y de su pueblo; esa fortaleza me conmovió. Lo que están pidiendo es el fin del aislamiento de Öcalan, nada extraordinario. Mi compañera Beverly y yo salimos muy conmovidas y vimos que hay un pueblo que sigue luchando para ser libre y ser dueño de su vida y de su tierra, y sin embargo está siendo perseguido.

En Argentina, el 24 de marzo de 2004, el difunto expresidente Néstor Kirchner ordenó descolgar los retratos de Rafael Videla y Reynaldo Bignone de las paredes del Colegio Militar. Hoy día la ESMA es un sitio de memoria, así como otros centros clandestinos de detención. En el Estado español, sin embargo, sigue en pie el Valle de los Caídos como máxima expresión de homenaje a Franco.

De regreso de un viaje que hice a Kurdistán, pasé por el Valle de los Caídos y me dio una impresión terrible. En ese momento me vine abajo al ver semejante homenaje a un genocida como Franco. Es ofensivo que haya hasta un coro de niños que estén homenajeando a un genocida y que no se permita exhumar los miles de restos de fusilados que quedan en las cunetas. Me duele.

En Euskal Herria, sigue habiendo tres desaparecidos durante el conflicto armado. En noviembre de 2018 falleció la madre de uno de ellos, José Miguel Etxeberria «Naparra», sin saber dónde está su hijo ni qué pasó con él. Como madre de un detenido-desaparecido, ¿cómo vive este tipo de situaciones?

Saber dónde están nuestros hijos es un pedido humanitario. Tiene que haber memoria, verdad y justicia.

Usted afirma que no es partidista, pero sí política.

Políticas somos porque la búsqueda de nuestros hijos e hijas fue política desde el primer día en que salimos a la calle. Pero, al mismo tiempo, nuestro pedido es humanitario; que nos digan qué pasó con ellos, que los jueces digan a quiénes entregaron esos bebés en falsas adopciones. Lo que pedimos es una respuesta humanitaria pero también es política en el sentido de que el responsable es el Estado y es el Estado el que debe dar una respuesta.

¿Qué representa la generación de su hijo?

Un ejemplo de jóvenes que querían lo mejor para su pueblo: educación, salud, cultura, vivienda... Ojalá que nunca más haya persecución por defender ideales y sueños políticos que buscan una mejor vida para los pueblos.

Las Abuelas de Plaza de Mayo acaban de anunciar el hallazgo en el Estado español de la nieta número 129. ¿Cómo se viven cada uno de estos hallazgos?

Muy bien. Habría menos chicos que buscar si la Justicia no hubiera sido cómplice de su apropiación por parte de familias extrañas y si una parte de la Iglesia católica no hubiera sido partícipe del terrorismo de Estado. Capellanes entraban en los campos de concentración, palmeaban a los detenidos sin denunciar lo que veían... El silencio fue la peor participación que pudieron tener.