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Decidir


Dice Carlos Saura que, a sus 87 años, sigue trabajando, porque su forma física se lo permite y su inquietud intelectual se lo reclama. Acaba de estrenar la versión escénica de “El coronel no tiene quien le escriba”, la genial novela de Gabriel García Márquez. El autor de “La caza” solamente se pone un pero, su memoria. En eso, la edad le pasa factura. Y, sin embargo, este aragonés anarquista apela precisamente al recuerdo para advertir que es imprescindible preservar la memoria histórica para evitar que se repitan los horrores del pasado. Advierte Saura de que «olvidar la Guerra Civil es una temeridad». Y añade: «Espero que me equivoque pero veo como todo está volviendo». Es evidente, al menos así lo interpreto yo, que Saura no se refiere a un conflicto bélico en los mismos parámetros que rigieron el golpe de Estado del 36 –del que, por cierto, se ha ocupado con frecuencia y profundidad en su filmografía–, pero sí de una escalada de tensión que podría derivar en enfrentamiento civil de proporciones nada deseables en el Estado español.

En este sentido, los resultados de los últimos comicios han resultado ser un bálsamo, un respiro, en lo que se presentaba como una difícilmente explicable y aún menos tolerable escalada de la extrema derecha, y no hablo solo de Vox.

En ese contexto de movilización del voto de contención, que lógicamente y en general, se veía abocado a depositar en el PSOE la responsabilidad del freno a la sinrazón, reconozco una profunda satisfacción por el gran crecimiento del respaldo independentista en general y el fuerte espaldarazo recibido por la apuesta transformadora de la izquierda abertzale en particular.

Pues bien, hemos parado levemente para merendar y ahora seguimos con la tarea. La derrota electoral de la derecha en España no cierra la amenaza fascista. Solamente la reformula, porque la alerta sigue vigente. El 26 de mayo se definirá el mapa de los gobiernos locales y forales en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa; y en esta última, también se conformará el Parlamento. Si en abril se reclamaba la necesidad de influir, ahora se presenta la oportunidad de decidir.