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INICIATIVAS LOCALES DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL

EL PUNTO DE APOYO QUE LOGRARÁ MOVER EL MUNDO

Eduardo Galeano escribió que la utopía, inalcanzable, sirve para caminar, y la iniciativa Atlas de Utopías tiene esa función, mostrar proyectos de transformación social que configuren una referencia, un horizonte, que nos permita caminar hacia un mundo mejor.


La noticia de la inclusión de la cooperativa Goiener en el Atlas de Utopías, publicada por Naiz.eus el jueves pasado, ha servido para que mucha gente haya conocido por primera vez esta iniciativa desarrollada por el proyecto Transformative Cities, cuyo objetivo fundacional es propiciar la difusión de las propuestas que se están produciendo a escala local al objeto de facilitar una «transformación radical a escala global». Sería una especie de plataforma a través de la cual personas y colectivos puedan conocer experiencias que desde otros puntos del planeta están remando en su misma dirección.

Lo explican ellos mejor que nadie en su página web, transformativecities.org: «El cambio, en distintas formas, se está produciendo en todo el mundo, y a veces es difícil saber dónde mirar. Transformative Cities puede entenderse como un telescopio que nos ayude a navegar por la compleja galaxia de luchas y cambios radicales que se están viviendo a escala local en todo el mundo».

El fruto de un trabajo en común

Ese proyecto nace del trabajo en común de organismos de carácter internacional o regional como Ecolise, Ripess, Habitat International Coalition, Global Platform for the Right to the City, Friends of the Earth y Transnational Institute (TNI) que parten del convencimiento de que «la cooperación es esencial para construir un mundo mejor».

Probablemente, TNI es el que mayor proyección tiene entre estos colectivos, pues durante más de cuatro décadas ha actuado como un nexo entre movimientos sociales, académicos y académicas y responsables políticos, con el ánimo de proporcionar «estudios rigurosos, información fidedigna, análisis fundamentados y propuestas constructivas que permitan impulsar un cambio progresista y democrático de políticas y soluciones comunes a problemas globales».

Transnational Institute fue fundado en 1974 como el programa internacional del Institute of Policy Studies, un centro de estudios con sede en Washington D.C., y se declara una organización «progresista, no partidista ni sectaria». Está reconocida como entidad con carácter consultivo especial por el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU desde 1974, y es asimismo miembro asociado del Consejo Internacional de Ciencias Sociales (ISSC) y de la Asociación Europea de Institutos de Formación e Investigación sobre Desarrollo (EADI). Entre sus responsables se encuentra Susan George, filósofa, analista política, escritora y activista por la justicia global, que concedió una entrevista a 7K –publicada el 19 de mayo– hace sólo unos meses, coincidiendo con su visita a Euskal Herria invitada por el Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz, donde impartió una conferencia sobre las alternativas al poder transnacional.

«Tengo la esperanza de que la gente se unirá en la defensa de los temas correctos y que son fundamentales. Creo que tenemos que preocuparles más a nuestros adversarios. Siempre se lo digo a la gente: no seáis demasiado amables, no penséis que no tenéis adversarios. Manteneos firmes y activos», indicaba en esa entrevista. Y eso es precisamente lo que hacen los proyectos seleccionados en el Atlas de Utopías, ser agentes activos para transformar la realidad.

Muchas maneras de decir «auzolan»

En el listado correspondiente al año 2019 aparecen un total de 33 proyectos de 24 países y estados diferentes, de todos los continentes y con diferentes características, pero que comparten su carácter comunitario.

Así, podemos encontrar iniciativas como la campaña “Nuestra agua, nuestros derechos”, que están desarrollando desde hace cinco años en Laos (Nigeria), y que ha logrado movilizar a la ciudadanía, a centrales sindicales y a colectivos de diversa índole para oponer resistencia a la política de privatización del agua. La campaña puso en su punto de mira a la empresa Visionscape Sanitation Solutions, que contaba con el único contrato para la gestión de residuos en Lagos y también formaba parte de una alianza público-privada en el sector del agua. La gente publicó fotos en las redes para mostrar lo sucias que estaban las calles desde que Visionscape se había hecho cargo de la gestión de los residuos. A raíz de la campaña, se rescindió el contrato de residuos y el Gobierno volvió a asumir el control de su gestión, y también ha logrado frenar la privatización del agua.

Jackson no está en Nigeria, sino en Estados Unidos, el país más rico y poderoso del planeta pero donde la desigualdad no desmerece a la de África. En esta localidad del estado de Mississippi la mayor parte de la población vive en el umbral de la pobreza o por debajo de este, y se enfrenta al desempleo crónico, a unas malas condiciones de salud y a una brecha extrema de riqueza entre negros y blancos. En este contexto, el proyecto Cooperation Jackson, surgido en 2014, ha proporcionado empleos y salarios de calidad a una cantidad cada vez mayor de habitantes, ha iniciado un proceso para desmercantilizar las tierras y ha conseguido que se creen viviendas asequibles de forma permanente. También ha logrado un consenso sobre la necesidad de soberanía alimentaria y ha sentado las bases para el desarrollo de una carta y una comisión de derechos humanos que respete, proteja y cumpla los DDHH básicos de todos los habitantes.

Tampoco lo tienen fácil en Palestina, donde, sin embargo, a pesar de las duras condiciones causadas por la ocupación israelí, la red PENGON ha puesto en marcha proyectos de energía solar para prestar electricidad limpia a 650 viviendas del valle del Jordán y 270 de Gaza. Se trata de una iniciativa que promueve el empoderamiento de las mujeres, brindándoles espacio para desarrollar sus habilidades y tener un mayor espacio de acción en la promoción y defensa de las leyes de género y de las políticas energéticas. Además, ha hecho una revisión de las leyes, regulaciones y políticas energéticas desde una perspectiva de género, y ha ofrecido recomendaciones a las autoridades palestinas sobre cómo integrar las necesidades de género a las estrategias en materia de energía.

Son sólo tres ejemplos, hay otra treintena localizados en lugares como Yakarta, Budapest, Melbourne, Lovaina, París, Kitale, Kerala, Amsterdam, Beijing, Atenas, Dakar, Medellín, Ixtepec..., todas son propuestas de transformación social que parten del trabajo comunitario, porque auzolan es una idea que se puede expresar en diferentes idiomas y pronunciar con distintos acentos.

Cooperación frente a competencia

«Las soluciones públicas basadas en los principios de la cooperación y la solidaridad, en lugar de la competencia y el lucro privado, han logrado mejores resultados a la hora de satisfacer las necesidades básicas de las personas y, tal vez lo más importante, de crear un espíritu de confianza y empoderamiento que fortalezca a las comunidades para afrontar muchos otros desafíos», apuntan desde Transformative Cities, donde no dudan de que estas iniciativas muestran que «otro mundo es posible, y ya está aquí».

Arquímedes dijo una vez que si le daban un punto de apoyo movería el mundo. Algo más de dos mil años más tarde estas pequeñas iniciativas tienen vocación de ser el punto de apoyo que permitirá mover este mundo que tanto se nos ha torcido. Sólo falta que entre todos y todas hagamos palanca.

 

Una experiencia colectiva exitosa que es reconocida a nivel internacional

La inclusión de Goiener en el Atlas de Utopías promovido por Transformative Cities constituye todo un espaldarazo a la labor desarrollada por esta cooperativa vasca dedicada a la generación y consumo de energía renovable.

Esta iniciativa de carácter popular considera que la energía es un bien básico, y quiere recuperar la soberanía energética para la ciudadanía, entrando para ello en los ámbitos del sector que se hallan liberalizados actualmente: la comercialización, a través de Goiener merkaturatzailea, y la generación de energía, mediante Nafarkoop, que gestiona los proyectos de Sorkuntza. Las partes del transporte (alta tensión en manos de REE) y la distribución (media y baja tensión en manos de las grandes compañías) siguen estando reguladas.

Ya ha superado en listón de los diez mil socios y socias, y ha logrado ser una referencia, primero en Euskal Herria, y ahora también a nivel internacional.I.B.