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JOPUNTUA

Poderes fácticos frente a movimientos soberanistas


El PSOE de Sánchez no ha logrado culminar la investidura este mes de julio de 2019. Pueden hacerse muchas lecturas del demencial proceso que se ha vivido en las últimas semanas, entre ellas la constatación de la desorientación estratégica de Unidas Podemos, que ha pasado del asalto a los cielos a la pelea por los ministerios, pero yo quiero destacar dos claves: poderes fácticos y línea de fisura. Los destaco porque creo que nos ayudan a entender el comportamiento de los diversos agentes implicados, desde el PSOE hasta los independentismos vasco y catalán.

Los poderes fácticos, esos que nadie ha elegido pero tienen más poder que las instituciones, no querían un gobierno PSOE-Unidas Podemos dependiente de las fuerzas independentistas. Ni esa es su apuesta ni su agenda pasa por ahí. En 2019 el plan no es una supuesta izquierda que lidere una fase de la transición, como en 1982, sino, y aquí entra en juego el otro concepto, contener los riesgos de desborde democrático que hoy solo pueden venir de la línea de fisura principal, que es la tensión entre la realidad plurinacional y el modelo de Estado asimilacionista y negador de esa diversidad. Una línea de fisura que tiene mucho que ver con el neoliberalismo, su programa de involución en todos los ámbitos y el carácter periférico del Estado español en sus ensamblajes europeo-atlánticos. El cierre de las expectativas de transformación emancipadora requiere anular todo referente progresista para estimular el apoyo social a medidas «de orden». Por eso el independentismo que tiene visión estratégica no ha tragado el anzuelo que otros intentan ahora digerir.

La cuestión, por supuesto, no era confiar en el PSOE, a quien nadie conoce mejor que la izquierda abertzale, sino evidenciar que la única vía emancipadora en el Estado español es el soberanismo de los pueblos y creo que se ha dado un paso importante en esa dirección.