2019 UZT. 29 GAURKOA EH Bildu: «Divide et impera» Jose Mari Esparza Zabalegi Editor Estos días un espectro recorre Navarra: es el espectro de EH Bildu y la decisión que sus bases van a tomar sobre el nuevo Gobierno foral. En vano los partidos y la prensa simulan ignorarlo. Saben que son la clave y que pueden serlo los próximos cuatro años. Tras ser la primera fuerza municipal en las pasadas elecciones, tienen además la llave, insoslayable, para la futura gobernanza. No podían aspirar a más, esos demonios rojoseparatistas. Muchos camaradas están enfadados y quieren votar NO a la candidatura de Txibite. No les faltan razones y las comparto. Esa chulería de no querer hablar con EH Bildu cuando han hablado con ETA, con Herri Batasuna y con el sursum corda siempre que su interés, y solo su interés, se lo ha aconsejado. Ese servilismo a Madrid, que ha convertido sus «Casas del Pueblo» en la versión civil del «Todo por la Patria» militar. Esa posibilidad de restarles poder en un momento en que el PSN se puede deslizar hacia la irrelevancia política. Esa náusea de votar al partido más felón y falso de Navarra; con más dirigentes corruptos; con más sumisión al poder; con más promesas quebrantadas. Y con más muertos y torturados bajo la alfombra, tanto en sus etapas de mando, como en la socapa cotidiana de 30 años. Su ministro Marlaska sabe mucho de eso. Su fundador, el Señor X, el que más. Repugna el PSOE porque la hipocresía es odiosa y el rechazo que genera supera al de la propia ultraderecha: Poncio Pilatos no engaña; son los Judas quienes le hacen el trabajo sucio. ¿Cómo no tener ganas de tirar de la cadena y verlos desaparecer por el sumidero? El resto de miembros del «futuro» Gobierno tampoco han hecho mucho para que EH Bildu se abstenga. Ese dar por descontado que la izquierda abertzale seguirá siendo el único partido dispuesto a posibilitar gobiernos sin pedir nada a cambio, como en Iruñea en 1979, en el Plan Ibarretxe de 2004, en Gasteiz en 2015, en Navarra en 2015 o en Madrid en 2019. Esa descarada exclusión a un socio leal de la pasada legislatura sin informarle siquiera sobre los cabildeos con PSN. Ese exigir Geroa Bai repartos de poder ahora, cuando ellos lo han ejercido en exclusiva durante la legislatura anterior. Ese dar por hecho que durante cuatro años va a continuar ese chantaje del «vótame-pero-no-me-hables». ¿Cómo no va a haber ganas de mandarlos al carajo? Las bases de EH Bildu se sienten chuleadas y les sobran razones. Tampoco EH Bildu ha gestionado bien el cabreo de los suyos. La sospecha de que la dirección estaba por dar paso al cuatripartito ha contribuido a la idea generalizada de que el nuevo Gobierno era un hecho, dando por obvia su abstención. Así, remembrando a Telesforo Monzón, hemos visto a la EiTB eufórica, tocando campanas y anunciando el nuevo Gobierno cuando nadie ha hablado aún con el campanero. Pese a todas las razones de mis camaradas, no tengo ninguna duda: hay que votar por la abstención para que el cuatripartito gobierne. En la balanza, hay razones más poderosas que las que piden las tripas. Una: Para Nafarroa, y por lo tanto para EH Bildu, es menos malo un gobierno cuatripartito, con IU, Podemos y Geroa Bai, que uno de PSN y UPN. Mejor si estuviera EH Bildu, pero la realidad manda. Una vez más, donde no se puede segar, se espiga. Dos: Por vez primera, en 30 años, el Régimen está dividido. UPN, Diablo de Navarra y todo el cortijo foral, arde. Su única esperanza es que nosotros votemos en contra o que de Madrid llegue otro Agostazo. La teoría de los tres quesitos que iba a garantizar mil años de navarrismo está rota. Sin poder, la derecha navarrespañola va a seguir el mismo camino a la nada que sus hermanas vascongadas. Es primordial agrandar la brecha entre los constitucionalistas. Apartar del poder al enemigo más fuerte. Como hicieron los anarquistas en 1936, que por sacar a sus presos posibilitaron el triunfo del Frente Popular y votaron a quienes los habían machacado poco antes. Tres: EH Bildu se queda con 31 de mano. Y libre para todo: para recordar todos los días a Txibite y a sus comanditarios que están ahí por nuestra santa voluntad (en eso coincidiremos con Esparza); para advertir que no habrá ningún cheque más en blanco; para dar luz verde o roja a todo cuanto apoye o contradiga el cambio iniciado en 2015. Txibite tendrá que dejar su chulería madrileña y se sentará a hablar, nadie lo dude, o tendrá que volver a la caverna con UPN. Cuatro: porque creo, aunque abrigo alguna duda, de que EH Bildu va a aprovechar esa privilegiada situación para hacer la oposición que no pudo hacer en la legislatura anterior; que va a sacar a la calle todo su potencial movilizador y que, apoyado en su músculo popular, se va a cobrar en el Parlamento navarro cuantos agravios le han hecho hasta ahora. Y cobrarlo en la única moneda que maneja: avanzar hacia una Nafarroa libre y comunal. Divide y vencerás, nos dijo César, Napoleón... y Maquiavelo. Hoy tenemos las tijeras en la mano. Pese a todas las razones de mis camaradas, no tengo ninguna duda: hay que votar por la abstención para que el cuatripartito gobierne. En la balanza, hayrazones más poderosas que las que piden las tripas