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LOS TXIIKIS MANTIENEN EL PULSO FESTIVO

GARGANTÚA SE DA UN PANTAGRUÉLICO FESTÍN EN EL ARRIAGA A SUS 165 AñOS

GARGANTÚA RETORNÓ AYER DE SU «EXILIO» EN EL PARQUE DE LOS PATOS PARA DARSE UN PANTAGRUÉLICO FESTÍN. CIENTOS DE TXIKIS DISFRUTARON AL SER ENGULLIDOS POR UN TRAGALDABAS DE 165 AñOS.


Niñas y niños tomaron el relevo de los mayores tras una noche ajetreada en la que a más de uno se le hizo de mañana. Para cuando Marijaia y su séquito se encaminaban al parque de Doña Casilda Iturrizar para inaugurar el Txikigune, uno de los dos gargantúas de los que dispone la villa aguardaba en la plaza del Arriaga a festejar su 165 aniversario. Los hubo que llegaron a pensar que los efluvios etílicos del arranque festivo les estaban jugando una mala pasada al ver a dos traganiños en dos puntos tan distantes. No era así. Frente al teatro neoclásico estaba rodeado por algunos incondicionales el cuarto de los gargantúas mientras en el parque de los patos permanece el sexto de la saga del personaje que ideó el Bombero Echániz en 1854.

Ambos disfrutaron zampándose a cualquiera que se atreviera a introducirse en sus fauces. En el caso del «joven» resultó más sencillo para los pequeños acceder a él, al disponer de una rampa. Instalado en pleno corazón del recinto festivo, a requerimiento de Bilboko Konpartsak al Gobierno municipal, tenía una valla que dificultaba acceder a las escaleras de madera, lo que no fue obstáculo para que niñas y niños se introdujesen por su boca ante la sorpresa de muchos de los turistas que les observaban.

Lo cierto es que al pobre le hace falta una mano de pintura y algún «mimo» más para que, en los próximos años, pueda seguir dando servicio, tal y como se espera de un patrimonio municipal singular como lo es. El emplazado en el Arriaga hasta el miércoles es el que vivió la segunda Aste Nagusia, allá por 1979, después de que Pedro Goiriena restaurase al glotón construido en 1962 por cuestación popular a iniciativa de Radio Bilbao que las corporaciones franquistas tenían almacenado en el antiguo edificio de Materias Inflamables, en Basurto. En 1978, tal era su estado de abandono que el Ayuntamiento tuvo que solicitar al de Gasteiz que le cediese su Gargantúa, al igual que gigantes, de los que no disponía la capital vizcaina.

«No es un tobogán»

Algunos de los forasteros rápidamente asociaron el gigante a un tobogán, comentario que fue respondido de inmediato con un tajante «no es un tobogán». Y es que uno de los iconos festivos del Botxo tiene mucha historia. Son ya 165 años en que Gargantúa se ha ido reencarnando desde el primigenio de 1854 –destruido en 1874 por una bomba en la guerra carlista– hasta el de 1988 para tragar generación tras generación a todo bilbaino y bilbaina que lo ha querido.

La autoorganización siempre ha estado asociada a Aste Nagusia, de ahí que no sorprendiese que fueran madres y padres, y algún chaval algo más mayor, los que tratasen de encauzar la larga fila de txikis que, en un gesto de valentía, aguardaban para ser engullidos. Tampoco perdieron la ocasión de saludarle Karpatxo y Mekanitxin, dos personajes que promocionan las actividades infantiles de las comparsas.

Esa larga hilera se multiplicó cuando la comparsa de gigantes y cabezudos acudió a visitar a su viejo amigo acompañados por cientos de incondicionales. Con cierto retraso sobre la hora prevista, cuatro parejas de gigantes y nueve revoltosos cabezudos iniciaron su primera kalejira con el Museo Vasco como lugar de salida y llegada.

A los sones de las gaitas Don Terencio y Doña Tomasa, Aldeano y Aldeana, Pitxitxi y Lina, así como El Inglés y La Bilbainita, bailaron su primer vals, que repitieron en distintos puntos del recorrido por El Arenal y Casco Viejo. En la plaza del Arriaga hubo también tiempo de posar con Gargantúa para una parroquía encantada por la estampa que se les brindaba.

Entre carrera y carrera de los cabezudos, que ahora portan una especie de porra de goma espuma después de que se prohibiesen las vejigas por razones sanitarias, pasaron una mañana entretenida, que la mayoría repetirán a diario hasta el domingo, con cita a las 11.00 a las puertas del claustro del Euskal Museoa.

Entre los incondicionales, txikis que portaban miniaturas de gigantes como Pitxitxi y Lina o El Inglés y La Bilbainita; por cierto, los de verdad de nuevo en la calle después de estar varios años tan solo expuestos en la muestra que se organiza coincidiendo con fiestas.

Además, algunos niños acudieron con una cabeza de toro y sus «vejigas» para emular a la comparsa que cada matinal de Aste Nagusia hace las delicias de muchos.