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Con sangre


La movilización contra el plan de reforma de las pensiones que ha mandado redactar el presidente Macron vivirá mañana una nueva edición en la que los policías volverán a su puesto. Y es que por unos días, representantes de todos los cuerpos de seguridad galos salieron también a la calle, a este lado de las protestas, para rechazar el proyecto. Pero tras una provechosa reunión con el ministro de Interior, los sindicatos policiales han anunciado el fin de sus reivindicaciones, porque la reforma al parecer ni tocará sus cuentas corrientes ni dilatará el momento de su retiro de los 57 a los 62 en los que está fijada la edad de jubilación para el resto de trabajadores. Así pues, los que salgan mañana a defender con la huelga su futuro lo harán sabedores de que al otro lado habrá quien esté dispuesto a golpearles y gasearles en defensa de un sistema que sigue privilegiando a unos pocos. Y sabedores también de que muchos de los policías lo harán camuflando ilegal e impunemente su número de identificación para evitar denuncias por abuso, como ocurrió el pasado martes con los CRS que, persiguiendo a los estudiantes bretones que protestaban contra el proyecto, se adentraron sin permiso alguno hasta los pasillos de la biblioteca de la universidad de Brest aporreando a diestro y siniestro la palabra. Porque, por si no estaba claro, la letra de esta reforma con sangre entra.