2019 ABEN. 24 GAURKOA Eurocopa 2020, la gallina vasca y los huevos de oro Jone Goirizelaia, Asier González y Bruno Zubizarreta Concejales del grupo municipal de EH Bildu en Bilbo San Mamés va a ser sede de la próxima Eurocopa 2020 y en junio acogerá a la selección española en varios partidos. Para unos se trata de un mero evento de carácter deportivo, pero para nosotras supone la culminación de un proceso de colonización cultural y económica; uno de esos macro-eventos que pretenden evitar los debates de fondo, bajo la apariencia de un espectáculo inocuo y en el nombre de un teórico beneficio. Desde EH Bildu defendemos el derecho como pueblo a dotarnos de selecciones deportivas propias. Este derecho no se ejerce contra nadie y se lleva trabajando por el fútbol vasco durante décadas. Euskal Herria es una nación y tiene derecho a representarse a sí misma, también en los ámbitos donde su imagen se proyecta internacionalmente. Tanto es así que la Federación Vasca de Fútbol llevó oficialmente esta demanda al seno de la Federación Española, y esta solo tenía la tarea de realizar un informe ante la UEFA en cualquiera de los sentidos: afirmativo o negativo. Sin embargo, bloqueó toda opción al diálogo y solicitó la dimisión del presidente de la Federación Vasca de Fútbol. Es evidente que se quiere evitar el debate y, mientras tanto, desde nuestra propia tierra oímos vender la Eurocopa 2020 bajo la marca de una «oportunidad económica y de proyección internacional para la villa de Bilbao». Así lo presentan las autoridades municipales. Menudo taconazo, pasar del «Euzkadi da euzkotarron aberria» a un «Bilbo da bilbotarron aberria». Surgen muchas y variadas preguntas: ¿Cómo se materializa esa cacareada proyección internacional de la villa cuando es España la que juega y no Euskal Herria? Cuando juegue la selección española, ¿acudirán al palco de honor todos los representantes de la Corona española y nos inundarán Bilbo de rojigualdas? ¿Es esa la imagen que queremos proyectar de Bilbao y de Euskal Herria? Nos preguntamos si alguien pretende ser neutral ante tan desigual campo de juego, y si la neutralidad es premeditada, ¿qué brillante objetivo se persigue? No confundamos el balón de oro con la gallina de los huevos de oro. En un debate de taberna alguien podría espetarnos que no nos pongamos dignos, que cada quince días vamos a San Mamés a ver al Athletic y que ese Athletic geuria juega en la Liga española. Señorías, a estas alturas del partido ¡todo no vale! Efectivamente vamos a San Mamés y a Lezama e impulsamos a nuestras jugadoras, que representan los nobles valores con los que Bilbao, Bizkaia y Euskal Herria se identifican frente a «la furia española». Y además aprovechamos la más mínima opción para colar que la «roja» no nos representa. Esa camiseta representa hoy a un país con serias deficiencias democráticas y que no respeta derechos fundamentales. Y mientras nos marean con el balón, parece que algo se nos olvida: la recaudación, el impacto económico se lo cobra la UEFA. Pretenden alistar 1.000 voluntarios y voluntarias para la organización de los partidos y la guinda a esa operación la pusieron cuando estuvieron repartiendo hojas de inscripción a la salida de los centros escolares de Bilbo. Si analizamos la propaganda que al respecto realiza la UEFA, en su página web señala que «el voluntariado ofrece una experiencia enormemente gratificante […] es momento de involucrarse y ser parte. El voluntariado se realiza sin ninguna expectativa de ganancia financiera». Confirman que no habrá ninguna compensación económica para los y las voluntarias por su trabajo; solo orgullo y satisfacción. Resulta paradigmático: 1.000 jóvenes trabajando a cambio de nada, abanderados forzosos del modelo de esclavitud del siglo XXI: la precarización laboral centrada en las y los jóvenes. Es el circo romano a espaldas de nuestros jóvenes. Pues bien, tras la denuncia que hicieron varias organizaciones juveniles en la red, el Ayuntamiento de Bilbao finalmente parece prestarse a controlar esta oferta de la UEFA. Veremos en qué queda, si en una floja invitación o en una apuesta firme. Recordemos lo sucedido durante años en el BBK Live. El resultado final es claro: es la UEFA quien se queda con el balón. Además de disfrutar de exenciones fiscales, recibirá una «ayuda» de 750.000 euros de la Diputación de Bizkaia y 2 millones de euros del Área de Promoción Económica del Ayuntamiento de Bilbao, Bilbao Ekintza. Además gozarán de reserva de espacio público a lo largo y ancho de Bilbao, por obra y arte del Gobierno municipal. Mención aparte merece quién pagará la factura de un dispositivo de seguridad aplastante. Esto es un negocio redondo para una organización que tiene algunos de sus dirigentes investigados por escándalos financieros. Fútbol no es fútbol. Bilbao se merece otra proyección a nivel internacional. Bilbao no merece ser una ciudad al servicio de la precariedad laboral y de la corona rojigualda. Merece ser la sede de la selección de Euskal Herria. Goral euskal selekzioak! Aurrera beti! Aprovechamos la más mínima opción para colar que la «roja» no nos representa. Esa camiseta representa hoy a un país con serias deficiencias democráticas y que no respeta derechos fundamentales