GARA Euskal Herriko egunkaria
JOPUNTUA

Juicio Universal


Acabo de realizar una consulta telefónica, y, como sospechaba, Legalitas no cubre en ninguna de sus pólizas el Día del Juicio Final. Parece ser, según me ha aclarado un agente no demasiado amable, que en ese día no se admitirán abogados, ni privados, ni de oficio, porque el derecho a la defensa no está contemplado en el macroproceso que decidirá el destino de cada persona humana –incluidas las mascotas– para toda la eternidad. Será Dios quien, en uso de su infinita sabiduría, dicte sentencia individualizada y haga justicia infalible, sin necesidad ni posibilidad de alegatos ni probatorias. Supongo que, para cuando llegue el día, el Altísimo habrá adelantado trabajo, porque, si no, la vista puede hacerse eterna y habrá que esperar sentencia, entiendo, en el limbo provisional de los reos y pacientes.

Presumo que no soy yo el único interesado en este tema. Los indicios de que el final de los tiempos está muy cerca son cada día mayores en número y evidencia. Está por decidir si será un solo desencadenante o varios en brutal concomitancia. Si será por culpa de un violento coronavirus, imbatible, definitivo, o por una concatenación de colosales fenómenos meteorológicos que convertirán la tierra en un solar gélido e inhabitable.

No descarten tampoco que sea una tarde de mala resaca la que lleve a Trump a liberar los resortes atómicos de la Última Guerra Mundial, o que una locura transitoria lleve a que los peores hackers rusos, aburridos de jugar a la Play y comer ganchitos, hagan implosionar el sistema financiero mundial provocando una cascada de suicidios colectivos, globales, ante la certera perspectiva de una existencia sin consumo, sin drogas y sin redes sociales.

No sé, puede que esté exagerando un poco. La verdad es que llevo unos días enfermo, con gripe, metido en la cama con la única compañía de unos desagradables sudores fríos y unas náuseas muy irritantes. Acosado por una fiebre pertinaz y sin ganas de levantarme. Puede ser que todo esto haya confundido mi entendimiento y haya despertado en mí tamaño calentón apocalíptico. Puede ser, pero, por si acaso, no se descuiden ustedes demasiado.