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PERFIL

Un centrista cristiano que reivindica el relevo generacional


Milenial, abiertamente gay y menor de 40 años, el demócrata Pete Buttigieg ha dado la sorpresa en los caucus de Iowa, con un estilo centrista que aspira a parecerse al del expresidente Barack Obama que mezcla con unos valores profundamente cristianos y la reivindicación de su condición como veterano del Ejército.

El «alcalde Pete», quien fue regidor de la ciudad de South Bend (100.000 habitantes) en el conservador Estado de Indiana (Medio Oeste), ha sido, con su impronunciable apellido (de origen maltés) la sorpresa para casi todos en Iowa.

Homosexual confeso pero defensor del derecho al aborto, sube al estrado en los mitines junto a su marido. Cristiano devoto, es episcopaliano –la versión estadounidense del anglicanismo–, aunque estudió en la escuela católica de secundaria Saint Joseph High School de su ciudad natal y cita profusamente a San Agustín, para echar en cara al presidente sus infidelidades y su falta de valores familiares.

Allí, «en Saint Joe, no solo aprendimos la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad y el aborto, sino también a comprender la historia de la Iglesia como voz de los oprimidos», escribió Buttigieg en su biografía «Shortest Way Home». En el libro, el demócrata narra cómo tuvo un despertar religioso cuando en una clase vieron una película sobre el arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras oficiaba una misa por criticar la represión del régimen militar.

Buttigieg reivindica su alistamiento como voluntario en el Ejército, donde «sirvió» siete meses en Afganistán, aunque lejos de los combates.

Combina un centrismo en política (un «cambio tranquilo» para atraer a «futuros exrepublicanos») con su juventud (38 años) y reivindica el relevo generacional, para desmarcarse no ya solo de Trump (73 años) sino de sus rivales demócratas (Sanders tiene 78 años, frente a los 77 de Biden).

El «alcalde Pete» se reivindica como sucesor de Obama, en cuya campaña trabajó como voluntario en 2008 cuando pocos daban un duro por él.

Pero su perfil no termina de encajar respecto a las minorías, negra y latina. Sus críticos lo acusan de no haber invertido durante sus ocho años de alcalde en los barrios de la ciudad, dejando de lado los más pobres, y de no haber atajado la violencia policial contra la comunidad negra.