2020 API. 07 GAURKOA De esta salimos todas unidas Imanol Ibero Presidente de EHNE-Nafarroa Todo parecía en calma y en su sitio hace tan solo tres semanas. Todas estábamos absortas en el ajetreo diario, el trabajo, las prisas, los compromisos, incluso el ocio saturaba nuestra agenda, manteniéndonos empecinadas en nuestras necesidades individuales inmediatas. Con la cabeza agachada, recorríamos las horas intentando satisfacer lo que creíamos eran nuestras necesidades, y dedicábamos muchísimas horas de nuestro tiempo para obtener dinero de cara a poder satisfacerlas. Pero, de repente, casi sin previo aviso, todo se ha detenido en seco. Y casi todas las necesidades que nos ocupaban, en un abrir y cerrar de ojos, han dejado de ocuparnos y de preocuparnos. Casi todas, porque la vida de las personas requiere de sustentos vitales, como una comunidad que nos cuide, que se preocupe y nos atienda, que genere servicios públicos fuertes y que nos cuide también, proveyéndonos de alimentos de calidad tres veces al día. Unos alimentos que, además de cuidarnos hoy, les permita a las que nos sigan alimentarse mañana. Para ello, pues, es imprescindible que en todo el proceso de producción cuidemos de la tierra, los suelos, las aguas, el aire y las comunidades rurales, que se han relacionado con maestría con la tierra a lo largo de los tiempos, para que ese abastecimiento nunca se detenga. Nosotras, personas agricultoras y ganaderas de Nafarroa y Euskal Herria, productoras de alimento, en este momento tan excepcional, queremos compartir nuestra situación con la comunidad de la que formamos parte. Seguimos trabajando en todos los sectores, porque nuestros animales y cultivos siguen demandando cuidado y porque, como siempre, todas las personas seguimos necesitando el alimento que producimos. Estamos encantadas de que toda la sociedad vuelva a valorar la importancia del sector primario, de que se aprecie el trabajo que, día a día, realizamos agricultoras y ganaderas. Pero esta actividad agrícola y ganadera lleva largas décadas transformándose hacia un modelo de producción dependiente. Dependiente de insumos externos de monstruos del agronegocio, dependiente de tecnología cada vez más sofisticada, de mercados externos globales que no entienden de humanidad, dependiente de procesos de acumulación que desplazan a las pequeñas productoras. Y en esa inercia global que parece que todo lo puede, el sector primario vinculado al territorio, de pequeño o mediano tamaño, que produce adaptándose a sus elementos, generando comunidad y riqueza local, se ha ido quedando desplazado. Grandes superficies han ocupado nuestros mercados y verdes etiquetas nos van contando medias verdades, y así las primeras han logrado aparecer ante la sociedad como prácticamente el único espacio para el abastecimiento. Aun y todo, es evidente que muchísimo del alimento producido por pequeños y medianos agricultores de nuestra tierra se comercializa en estas grandes superficies, pero es más evidente aún que las políticas de precios y formas de trabajar de estas grandes superficies no están haciendo más que destruir la agricultura familiar, como hace pocas semanas comprobábamos en las movilizaciones del sector primario. Por ello, hay muchísimas productoras que no están en esos espacios, productoras que hicieron la apuesta por la venta directa, por salir al mercado o abrir la puerta de la explotación, y contarle al mundo quiénes son, por transmitir la forma en la que elaboraron este queso, lo complicado para las abejas de esta climatología cambiante, la forma de recolección del espárrago, la pasión por mantener las vacas sanas y hermosas, mil lecciones que generan vínculo y nos muestran el acto de responsabilidad que supone el consumo de alimentos. Y cómo ese acto de consumo deja de ser solo algo que pretende suplir una necesidad individual y se convierte en un acto de responsabilidad colectiva, que beneficia a todas las partes que participan directa e indirectamente. Pero en el contexto actual, los mercados han sido anulados, las compras en las explotaciones invisibilizadas, las ventas a colectividades clausuradas y, además, la apisonadora mediática tan solo ha mostrado a las grandes superficies como único espacio para el abastecimiento de alimentos. Aun y todo, muchas productoras siguen cuidando de sus animales, recolectando verduras, ordeñando las vacas, pero ahora no tienen dónde venderlo. Por ello, desde el sindicato EHNE hacemos un llamamiento a la sociedad navarra y de todo Euskal Herria para que vuelva la mirada al pequeño comercio que, en muchos casos, trabaja directamente con productoras, a asociaciones de consumidores, a que contacte directamente con los productores, para salir de esta crisis sin dejar a nadie atrás. También queremos trasladar la problemática que existe ahora mismo para que el cordero encuentre canales de comercialización. Este producto ha estado y está muy vinculado a la hostelería, y en este periodo que nos encontramos, con todo cerrado, no se están retirando los corderos de los corrales y los pastores están asumiendo unos gastos al límite de la subsistencia. Por último, no podemos dejar sin comentar la recién empezada campaña del espárrago, producto estrella en nuestra huerta, referencial donde los haya, pero también muy vinculado tanto a la venta directa como a la hostelería. Sin embargo, en estos momentos se encuentra en una auténtica situación de emergencia porque los espacios de comercialización existentes solo absorben poco más del 50% de la producción. Dicho todo esto, desde el sindicato EHNE reiteramos dicho llamamiento a toda la sociedad, apelamos a esa responsabilidad que es cada acto de consumo, para que de esta crisis podamos salir todas. Y podamos hacerlo reforzadas, mostrando una solidaridad con las productores de nuestra tierra que viven momentos delicados. E incluyamos en nuestros menús el espárrago de Navarra, el cordero de Navarra y el producto de pequeñas explotaciones que comercializan a través de la venta directa.