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EDITORIALA

Nada genera más angustia que la incertidumbre


En un escenario que ha traspasado el umbral de la crisis para instalarse en el de la tragedia, sin matices, la situación que se está viviendo en las residencias provoca un horror difícil de asimilar. Por el número de fallecidos y por el testimonio de quienes lo sufren en primera línea, pura descripción de una pesadilla. De modo que parte de la atención de la ciudadanía está depositada en esos centros, que acogen a miles de personas con particular riesgo ante el virus y que están engrosando con una cadencia pavorosa la lista de víctimas. Por ese motivo, se hacía inexplicable el silencio que mantenía la Diputación de Bizkaia, que contrastaba con la información que sí ha llegado desde el resto de herriales.

Finalmente, Unai Rementeria, fuera de cobertura demasiado tiempo, compareció ayer para dar cuenta de lo que está ocurriendo en las residencias vizcainas. Los datos que ofreció, terribles, estuvieron en consonancia con lo que se ha ido sabiendo de otros lugares. Pero más allá de la pena y el sentimiento de pérdida, el conjunto de su intervención dejó un poso de estupor y disgusto. Ante las críticas, argumentó que había optado por la «calidad» frente a la «cantidad» en la información, y sostuvo que no había dado una cifra diaria de fallecidos por no «generar una alarma injustificada y dolorosa». El diputado general parece desconocer que en una tragedia no hay nada más alarmante que lo desconocido ni mayor angustia que la que provoca la incertidumbre. Una mala noticia se acaba por asumir, no saber a qué atenerse no se puede sobrellevar.

Que el máximo representante institucional de Bizkaia opine que sus conciudadanos no tienen madurez para encajar un golpe así demuestra que no los conoce y muestra cuál es su noción de liderazgo. Pero ese es su problema; lo que no puede es arrogarse la decisión sobre qué se puede o no se puede saber. Una sociedad madura no teme a la transparencia y un gobernante maduro no puede rehuirla. Es la opacidad la que está injustificada, no la alarma.