2020 API. 25 LA CANCIÓN DE LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES, UN 25 DE ABRIL Un día como hoy de 1974 estalló en Portugal la insurrección que derrotó a la más larga dictadura europea. La precedió la contraseña radiofónica de «Grândola Vila Morena», ahora himno universal. Su autor, José Afonso, es el padre de la música moderna lusa. Iñaki ZARATIEGI Al sur de Lisboa, en el Alentejo, está Grândola. Su nombre vive en el corazón de mucha gente por la canción “Grândola Vila Morena”, compuesta e interpretada por José Manuel Cerqueira Afonso dos Santos «Zeca» (Aveiro, 1929-Setúbal, 1987). Lo celebra un monumento a la tonada y a su autor en la rotonda de acceso. Zeca era conocido cuando visitó el lugar el 17 de mayo de 1964, invitado por la Sociedade Musical Fraternidade Operária Grandolense. Eran tiempos de la dictadura de Oliveira Salazar y el sur campesino resistía en torno al ilegal Partido Comunista. Afonso actuó ante un público de trabajadores con un espectador especial: el militante comunista clandestino y ya escritor (tenía un libro) José Saramago, futuro Premio Nobel. De aquel concierto surgiría la canción. Afonso sufrió censura, pero “Grândola” fue programada en la madrugada del 25 de abril de 1974. Era la consigna secreta para la rebelión militar. La situación acabó explotándole al régimen en el corazón con la sublevación del clandestino Movimento das Forças Armadas. La noche del 24 sonó como señal previa “E despois do adeus”, de Paulo Carvalho, en la radio local Emisssores Associados de Lisboa. Había representado a Portugal en Eurovisión quedando última. Tras la medianoche se oyó “Grândola” en la emisora católica Rádio Renascença; la segunda señal pactada por el MFA. La mañana fue una explosión de júbilo popular con los rebeldes en la calle. Un bar del centro lisboeta celebraba su segundo aniversario con vino porto y claveles rojos y prefirió cerrar. Al salir, el camarero Celeste Martins Caeiro se topó en la plaza Rossio con una columna militar. El soldado de un tanque le pidió un cigarro, no tenía tabaco y le regaló un clavel que el militar colocó en la bocacha del fusil. Las vendedoras regalaron sus flores a la tropa rebelde, se generalizó el gesto del fusil y surgió la florida imagen de la revolución de los claveles. Emblema musical luso La canción se grabó en 1971 en París para el álbum “Cantigas de Maio”. El músico y arreglista José Mario Branco explicó que sugirió hacerla en modo popular alentejano añadiéndole unos pasos que remedaban la tradición de los hombres cantando unidos a la vuelta del campo. Según el oficial rebelde Otelo Saraiva escogieron la canción, entre otras razones, porque los pasos les sonaban a desfile militar... Aquella composición reflejaba la actitud rebelde y comprometida de Zeca hasta su muerte. Destacó de fadista en la estudiantil Coimbra, mundo del que se apartó desde 1953 con varios discos EPs. Su discografía iba a completar hasta 17 LPs. El primero fue “Baladas e Canções” (1964). Después, “Cantares do andarilho”, “Contos Velhos, Rumos Novos”, “Traz Outro Amigo Também”, “Cantigas do Maio”, “Eu Vou Ser Como a Toupeira”, “Venham Mais Cinco”, “Coro dos Tribunais”, “Com as Minhas Tamanquinhas”, “Enquanto Há Força”, “Fura Fura” y “Como se fora seu filho”. El 29 de enero de 1983 dio su último concierto en Lisboa. Contrajo años antes una enfermedad degenerativa y el disco “Galinhas do Mato” tuvo que ser cantado por otros colegas. Tras su muerte, el sello Transmédia editó el triple álbum “Agora e sempre”, con grabaciones acumuladas en estudio. La guinda a una vida profesional desprendida y generosa es que se desconoce dónde están sus grabaciones originales tras haberlas vendido la discográfica española Movieplay a la offshore americana Multiform Investments. Olvido en vida y honores póstumos Afonso murió en 1987 consumido por la enfermedad, olvidado socialmente y en apurada situación económica, pero lúcido. La sociedad lusa pareció salir de la amnesia y tuvo un entierro multitudinario. En 1994 la música joven le recordaría en el disco colectivo “Filhos da madrugada” y un año después, su sobrino João Afonso, José Mario Branco y Amélia Muge grabaron el homenaje “Maio maduro maio”. El presidente Mário Soares le concedió la condecoración Ordem da Liberdade, pero su viuda Zélia Afonso la rechazó argumentando que Zeca no quiso distinciones en vida y no podía ser condecorado muerto. En 2018 la Sociedad Portuguesa de Autores pidió trasladar sus restos al Panteón Nacional. Pedro Afonso, uno de sus cuatro hijos, declaró que su progenitor «rechazó en vida las condecoraciones oficiales que le propusieron y pidió ser enterrado en una tumba poco profunda y sin ceremonias oficiales, en total coherencia con su vida y pensamiento». El presidente Marcelo Rebelo reconoció «la categoría moral de la respuesta dada por la familia. Era como era en vida. Deberíamos tener un comportamiento equivalente al que tendría si estuviera vivo». Su amigo y compañero músico Francisco Fanhais afirmó: «está donde él quería y la actitud más digna es dejarlo donde está. No me parece que la tierra sea menos digna que la piedra pulida o el mármol del Panteón. No son para una figura como Zeca, cuya vida estuvo marcada por la simplicidad, la hermandad humana, la poesía de las cosas simples. Continúa invitándonos a no renunciar y lo escucharemos mejor y su mensaje es más efectivo si sabemos que su voz continúa desafiándonos desde donde se encuentra. Con tierra, hierbas y flores». JA actuó en 1970 en Donostia, en una fría Abadía de San Telmo. En mayo de 1978 fue nombre central de un festival en A Coruña y hay una foto en la que aparece el txalapartari Jexus Artze detrás de él (a su hermano Joxan lo tapa un guitarrista portugués). Se ve también a unos muy jóvenes Marina Rossell, Bibiano o Enrique Morente. Clausuraban la convocatoria cantando “Grândola”. Celebrando abril en los balcones También la población portuguesa está recluida y hoy no habrá celebraciones del gran día luso. Paulo Esperança vicepreside la Associação José Afonso, que existe desde 1987, y ha hablado con GARA desde Portugal. Su confinamiento se parece al nuestro: «En general, las personas solo salen a comprar artículos esenciales. Con excepción de quienes tienen que trabajar: personal médico, fuerzas de seguridad, transportistas... Las actividades para el 25 de abril han sido canceladas. Nuestra sede está cerrada y la parte esencial se trata en el teletrabajo». El ministro español de Cultura ha irritado al sector por su insensibilidad a la crisis cultural y ha habido una huelga virtual vasca sobre el particular. ¿En Portugal? «El teatro, danza, cine, música… están parados sin saber cuándo se regresará a su actividad normal, es una situación desesperada. El movimiento asociativo experimenta momentos muy difíciles. El Gobierno ha anunciado algunas medidas para apoyar al sector, pero creemos que todo caerá en la burocracia y producirá pocos efectos prácticos. Será muy difícil tener grandes conciertos o espectáculos hasta el otoño, no habrá festivales de verano. Se dice que desde el final del estado de inmersión, que aquí finalizará el 1 de mayo, algunos espacios (por ejemplo, cines) reabrirán con capacidad limitada, asientos marcados, distancia social y mascarillas». ¿Qué resta de la influencia de José Afonso y la generación cultural del 25 de abril? «En la Associação nos preocupamos por difundir su música, poesía y ejemplo cívico. Su trabajo ya es universal, se toca y canta en varios países del mundo. En Portugal hay innumerables músicos que interpretan sus canciones, que son atemporales. En esta cuarentena, ha habido conciertos en internet en los que aparecen. El legado de abril y el trabajo de José Afonso están muy presentes en el espíritu de la gran mayoría de los portugueses». Como recordó su hija Helena ante la tumba 1.606 del camposanto de Setúbal, cuando la polémica sobre los restos de Zeca, «hasta en el cementerio está en medio de la gente de otras tumbas, como él vivió siempre». Y recordó que el gran himno libertario del 25 de abril, «lo cantan ahora hasta los policías de la GNR en sus manifestaciones contra los recortes salariales».