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CARTA DE

Horrelakoa da Zumeta


Es difícil situar en su justo punto el lenguaje, encontrar las palabras precisas, para dar cauce y trasmitir lo que uno siente, cuando alguien cercano representa algo “enorme”. Cuando su pintura, integrada en la cotidianidad, asimilada como algo muy nuestro, muy “etxekoa”, nos evoca lo profundo, lo efímero, lo mágico, a través de la fuerza del color y el gesto arrebatado…

La grandeza de un artista se mide por su generosidad, la capacidad de ofrecer a la sociedad sus conquistas, sus hallazgos, por compartir, no solo sus descubrimientos, sino también sus demonios, sus debilidades, por abrir las puertas y mostrarnos su mundo, por enseñarnos lo complejo de la realidad, por invitarnos a ver las cosas desde la emoción, la pasión y la humildad con lo que todo ello acontece, como si surgiera de manera natural, como apartándose… Horrelakoa da Zumeta.

Cuando se habla de arte, a menudo se manejan conceptos trascendentales, éticos, filosóficos, simbólicos, pensamos en artistas impregnados de un aura de genialidad, locura o extravagancia, un mudo al alcance de muy pocos… lejos del común de los mortales… Pero Zumeta nos ha enseñado lo contrario, que la genialidad, la creatividad y la imaginación pueden estar y convivir con nosotros, participar desde la cercanía; que el arte, al más alto nivel de compromiso y coherencia, puede formar parte de nuestro día a día. Verle pintar, participar de su eterna duda, su habilidad para dejarse llevar por el cuadro y, sobre todo, saber escuchar, escuchar a la pintura. Para Zumeta, el cuadro esconde todas las posibilidades, solo hace falta dejarse guiar… Su actitud humilde, callada, laboriosa, el artista frente a su cuadro refugiado en el estudio; sus herramientas son sencillas, color, actitud y el brillo de sus ojos, su incansable curiosidad por encontrar el cuadro escondido que había que rescatar del lienzo. Desde la plasticidad del color, la gestualidad del pincel, el movimiento del brazo y la paleta extendida, desparramados por el estudio los restos de batallas anteriores y su mirada despierta, buscando nuevos colores por inventar. Horrelakoa da Zumeta.

Hay quien mira el arte desde lejos, como si fuera algo ajeno, incomprensible, innecesario, algo a evitar pero, por otro lado, hay quien no puede vivir sin la pintura. Artistas que viven por y para la pintura, que necesitan bucear en la pintura, se sumergen en sus grietas, la habitan, se revuelven, la escuchan, conversan con ella, discuten acaloradamente, intentan comprenderla.

Personas y artistas que en esa tensa relación se juegan mucho, lo dejan todo, energía, tiempo, pasión, pierden en ocasiones y vuelven a la realidad exhaustas, abatidas, cansadas, sin resultados… pero en otras, retornan victoriosas, renovadas, exultantes, resurgen renovadas, fortalecidas, más sabias, más sinceras, de las que tenemos mucho que aprender.

Horrelakoa da Zumeta.

La calidad de un pueblo también se mide por la talla de sus artistas, aquellos y aquellas que construyen un background, un imaginario colectivo, que nos enseñan a mirar con nuevos ojos, nuevas sensibilidades que nos hacen mejores, para llegar más allá de las apariencias, más lejos, más profundo, con más intensidad. Zumeta es imprescindible, de no haber estado entre nosotros habría que haberlo inventado, pero tenemos la fortuna de compartirlo, de vivirlo. La obra de Zumeta rasga las capas superficiales de la realidad y nos invita a un viaje profundo para conocernos mejor, desvelar nuevos aspectos de nosotros mismos.

Cuadros, dibujos, témperas y serigrafías que nos muestran una realidad rica, más allá de los días grises y neutros. Una reivindicación de la PINTURA, en mayúsculas, que inventa un espacio abstracto, una actitud proactiva de resistencia frente al brillo de las pantallas digitales, poniendo en valor lo físico, lo táctil, la expresividad de la textura, la pátina, lo revuelto, el caos, la fuerza de lo inesperado, lo súbito, el hallazgo, la sorpresa de un color feliz, la salvación de la pintura. Cuando trabajando en el estudio dudemos frente al cuadro, Zumeta siempre será nuestra salvación.

Llegará el tiempo de merecidos homenajes, sinceros y emotivos, pero prefiero el Zumeta que día a día, desde la cercanía de su obra, me suscita nuevas preguntas, me empuja más allá de la imaginación y me invita a descubrir sugerentes horizontes por explorar… Eskerrik asko Zume.

Jesus Mari Lazkano