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JOPUNTUA

Sin desviadas no hay revolución


Al legalizar Colombia el matrimonio gay en abril de 2016, volví a emocionarme hasta el tuétano. Me pasa siempre. Alemania nos despenalizó en junio de 2017 a las torcidas de la Historia. Son míos, somos la misma gente. Las desviadas sexuales sabemos celebrar cada victoria, precisamente porque sentimos el aliento de nuestras multitudes malogradas, todas las lesbianas, las travestis, las raritas, las mariconas, las putas, susurrándonos desde los manicomios, los armarios y las cunetas, este clamoroso ¡adelante! El matrimonio gay no acaba con el heteropatriarcado, pero es la primera ley que apuntala en los Estados modernos nuestra posibilidad de existir. Un maricón me contó una noche en el Raval que llevaba cincuenta años de amor y resistencia con su hombre, detenidos mil veces por la policía franquista. Ya eran marido y marido, corrieron a casarse en 2005. Nunca olvidaré su dicha al contemplarnos, dos chicas besándonos en la calle.

Gracias a que no paramos de abrir posibilidades a la plenitud, hoy Bogotá tiene una alcaldesa lesbiana y justiciera. ¡Cómo gozarán al verla nuestras multitudes desviadas! A día de hoy, se considera que está gestionando bastante bien la pandemia en comparación con otras grandes urbes cercanas. Claudia López decidió organizar las salidas a la calle durante el confinamiento en una ciudad de ocho millones de people: mujeres en días pares y hombres, en días impares. Me gusta que, por una vez, el par fuera femenino. Por supuesto, ella lo aclaró: la gente trans saldrá en el día de su género reivindicado. ¿Qué ha pasado? Ellas dicen ir más tranquilas por las calles sin machos, las colas para comprar comida son más voluminosas los días de las mujeres, las maricas y la gente trans es agredida igual que siempre en la calle, las mujeres y las desviadas son igual de agredidas en sus casas. El problema, como siempre, es el patriarcado. La familia indisoluble impide la comunidad. No solo las calles, sobre todo las casas tienen que ser gozosamente nuestras. Fluidas, amables, conectadas, vivibles,… y solo así revolucionarias.