2020 EKA. 03 GAURKOA Jon Idigoras y yo: Juanito y Ronaldinho Arnaldo Otegi Mondragon Compañero y amigo de Jon Idigoras Han pasado ya quince largos años desde que nos dejaste y no hay circunstancia social y política en la que no recurramos a decir «¿qué diría Jon si estuviera aquí?». No dejamos de decirlo todos con una amplia sonrisa. Para mí siempre serás Juanito y yo para ti Ronaldinho. En reuniones, debates, momentos duros y menos duros construimos una amistad y una complicidad política en la que con sólo una mirada sabíamos cuál era la posición que íbamos a defender. La primera vez que estuve contigo fue en el piso que Xabier Galdeano y Maribe tenían en Donibane Lohizune (allí asesinaron a Xabier unos meses más tarde). También estaba allí Josu Muguruza (asesinado por el Estado años más tarde) y algún que otro ilustre miembro del no menos ilustre MLNV. Charlamos sobre la política vasca y la situación que atravesábamos los refugiados políticos en Ipar Euskal Herria. Comentaste que los cargos electos de Herri Batasuna se iban a concentrar frente a la Prefectura de Baiona en protesta por la represión contra los refugiados políticos. Tras muchas vicisitudes, mi entrega a la Guardia Civil, las torturas y los años de cárcel, tuve el grandísimo privilegio y honor de compartir tareas políticas contigo en el seno de la Unidad Popular. Formábamos parte de una nueva generación que se incorporaba a las tareas de dirección en el MLNV y nos encontramos con una generación de gigantes humanos y políticos que habían conducido el proceso hasta esos días. Cómo no recordar a Txomin, Izaskun, Gorka, Tasio, Itziar, Jokin, Jose Mari, Pitote, y sobre todo a ti, Juanito, que eras el militante más querido por nuestras bases sociales. Te teníamos un enorme aprecio y respeto. Nos recibiste como sólo los grandes líderes saben recibir a las nuevas generaciones que se incorporan al proceso de liberación: con mucho cariño y una gran humildad personal y política. Contigo y otros aprendí que la humildad es lo que os convertía en auténticos gigantes en términos no sólo políticos sino humanos. En aquel entonces yo ya llevaba algunos años de vuelo, pero se incorporaban a la dirección del proceso nuevas generaciones. Recuerdo el día en que yendo en coche hacia Donostia le preguntaste a Joseba Permach si era cierto que vivía en Zarautz y al responderte afirmativamente le dijiste serio: «Oye, pues en Zarautz estarán todas las aceras jodidas, ¿no?». Joseba, que todavía no te conocía, te respondió: «¿Las aceras? ¡Que va!». Y tú replicaste: «Pero ¿los navarros ahora ya se quitan las herraduras para ir a la playa o qué?». Humildad revolucionaria, disciplina, compromiso y un inagotable sentido del humor que sacabas en los momentos más duros eran tu arma secreta, la mejor para desarbolar al enemigo y seducir a los nuevos sectores que se incorporaban a nuestro proyecto. El día que el juez Garzón pidió una fianza millonaria por tu libertad, sin perder la compostura, te dirigiste a Jone Goirizelaia (la mejor abogada de Mungia después de Txema Montero según tú): «Juani, ¿has traído calderilla?», con el consiguiente cabreo del juez. Eras brillante en tus salidas y en tu capacidad para llenar de apodos al conjunto del MLNV y del espectro político y social del país: yo era Ronaldinho, pero pusiste en circulación otros como Trampas, el Camarada Suslov, Rapanui, el Karateka o Saltapozinsky, Zampabollos, Campanilla o Siniestrillas. No puedo evitar sonreír y volver a imaginarte con aquella cara de niño malo en la que una mueca nos hacía presagiar que estabas a punto de soltar una de las tuyas. Tu compromiso te había llevado a militar en el Frente Obrero de ETA y más tarde fuiste uno de los fundadores del sindicato LAB. Además ocupaste cuantas responsabilidades se te exigieron en el seno del MLNV. Presentamos juntos la propuesta de Bergara, hiciste un esfuerzo sobrehumano para darnos públicamente el relevo en el velódromo de Anoeta, construimos juntos Lizarra-Garazi. Cada vez que tuve ocasión me desplacé a Zornotza a consultarte y a contrastar cuantas cuestiones creía que eran importantes para la izquierda abertzale y nuestro pueblo. Siempre te respeté, admiré y consulté, y siempre tuve tu aliento y apoyo. Como fruto de esa relación (política y profundamente humana) tejimos una gran complicidad y amistad basada en el respeto y en mi caso en la admiración. Estuve a tu lado cogiéndote la mano algunos días y también cuando nos anunciaste que esa noche morirías (tu hermano recordará que te dijo «eso también lo vas a decidir tú»). Un día antes fueron a despedirse Josu Jon Imaz y otro burukide a los que invitaste encarecidamente a que no dejaran sola a la izquierda abertzale en su camino por la liberación nacional de nuestro país. En las últimas palabras que recuerdo, indicaste a tus allegados que cuando murieras fuera yo la primera persona a quien se lo comunicasen. No puedo escribirlo sin emocionarme... Tuve el honor de portar tu féretro, de despedirte en Zornotza. Mantengo grabado el bertso de Jon Maia y el compromiso que adquirí en nombre de la izquierda abertzale y el conjunto del MLNV de no cejar en nuestra lucha hasta conseguir nuestros últimos objetivos de la independencia y el socialismo. «Ronaldinho, tenemos que cambiar... Esto de creernos los más altos y los más guapos pero sin salir del ghetto de Varsovia no es el mejor camino», me habías dicho en varias ocasiones. Me lo decías a mí tú, aquel gigante del que siempre supe que jamás lo dirías públicamente en ningún medio de comunicación. Así eras, así somos quienes nos hemos educado en la izquierda abertzale. Humildad, disciplina, y compromiso más necesarios que nunca en tiempos líquidos como los actuales. Hoy estarías satisfecho de comprobar que tu izquierda abertzale ha cambiado su calzado y que sigue recorriendo el mismo camino. El camino que nos debe conducir a nuestra liberación nacional y de clase. Con humildad revolucionaria, con disciplina, con compromiso en honor de tanto gigante, pero también, y cómo no, con ese sentido del humor que jamás debemos perder. Beti maiteko zaitut, Jon, euskal herri langilearen lehendakaria!