Búsqueda estéril de una salida sin cambiar nada

Anualmente la Reserva Federal de EEUU organiza una conferencia en Jackson Hole a la que invita a los representantes de los principales bancos centrales del mundo. Ese apacible lugar en las montañas de Wyoming proporciona el marco ideal para intercambiar puntos de vista sobre la política monetaria que regirá su futura actuación. Este año la conferencia se ha celebrado de forma telemática pero no por ello ha perdido interés. El presidente de Fed, Jerome Powell, aprovechó la cita para anunciar que planea flexibilizar la política con respecto a la inflación con el fin de potenciar la creación de empleo.

Básicamente, Powell señaló que en EEUU, incluso cuando las tasas de desempleo han sido muy bajas, la inflación no se ha descontrolado. Por esa razón considera conveniente revisar el objetivo de inflación, de modo que no se fije en torno a una cantidad como hasta ahora –el 2%–, sino que se calcule como una media a lo largo de un periodo de tiempo. De esta forma, las fases con inflación por debajo del objetivo fijado se compensarían con otras en los que la inflación podría estar por encima para que se siga creando empleo. Algo similar planteó, antes de que finalizara su mandato, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. La idea fue bautizada entonces con el nombre de inflación simétrica, pero de momento no ha tenido mayor recorrido. La causa está en que, a pesar de los esfuerzos que han hecho los bancos centrales –emitiendo dinero y manteniendo los tipos de interés cercanos a cero e incluso negativos–, la inflación en los países industriales no se ha acercado en ningún momento a ese objetivo del 2%.

Tanto la idea de Draghi como la de Powell indican que la inflación es algo más complejo que lo que las consignas liberales dicen. Ambos discursos son un reconocimiento implícito del fracaso de unos postulados que no hacen sino acrecentar la pobreza y la desigualdad. Es la búsqueda desesperada de una salida siguiendo el mismo camino.