La lucha por la igualdad es un objetivo de país

Cada nuevo gobierno organiza sus estructuras de acuerdo con sus prioridades políticas. Es lo lógico. Por eso ha sorprendido que el nuevo Ejecutivo de Gasteiz haya ubicado al Instituto vasco de la Mujer, Emakunde, fuera de Lehendakaritza. Tanto el equipo que pilotó su puesta en marcha, el encabezado por Txaro Arteaga e Itziar Fernandez, como el liderado por María Silvestre y Arantxa Elizondo, han mostrado públicamente su desacuerdo con la decisión de Iñigo Urkullu, así como el movimiento feminista de Euskal Herria.

Se puede pedir un voto de confianza, como ha hecho la vicelehendakari Idoia Mendia, pero es algo vacío y sin consecuencias. La razón es que en las estructuras administrativas jerárquicas, como la de cualquier gobierno, el lugar que un determinado departamento u organismo ocupa en el escalafón corresponde exactamente con la importancia que ese gobierno le da, y por tanto con el poder que tiene. Es algo que la estructura administrativa-burocrática dependiente de ese Gobierno sabe desde que se publica el decreto de estructura. En consecuencia la atención que recibirán las propuestas, recomendaciones, planes, etc., que lleguen estará en función de ese lugar en la jerarquía de poder. No es, por tanto, una cuestión baladí que Emakunde haya pasado de estar en Lehendakaritza al Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales sino que expresa una decisión política de restar fuerza y centralidad a la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.

Estos últimos años se ha avanzado mucho en términos de igualdad, gracias al impulso del movimiento feminista. Pero cada uno de esos avances también ha puesto de manifiesto el largo camino que queda por recorrer. Mantener esta decisión sería un gran error porque aleja la lucha por la igualdad del centro de prioridades del Gobierno. Porque como acertadamente señalaron las primeras responsables de Emakunde, Lehendakaritza es el lugar institucional desde el que se proyectan los objetivos de país.