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SAVE THE CHILDREN, TESTIMONIOS DE DESIGUALDAD INFANTIL

LA BRECHA EDUCATIVA EN PRIMERA PERSONA

El covid-19 está golpeando el desarrollo vital de los más pequeños con confinamientos y restricciones, un golpe que se agudiza en las familias en situación de vulnerabilidad. María Antonia y Natalia relatan a GARA cómo afrontan los efectos de esta pandemia.


El covid-19 ha trastocado todos los ámbitos de la sociedad. Confinamientos, comercios obligados a echar la persiana, ertes, hospitales saturados... Medidas drásticas como el cierre de los centros educativos decretado en marzo pasado afectó de lleno a los más pequeños y a sus familias, y puso sobre la mesa una realidad, muchas veces, invisible a los ojos de la sociedad; la brecha educativa y tecnológica y la falta de igualdad de oportunidades.

Con la educación presencial suspendida, lo on-line se convirtió en un hándicap para muchos niños y niñas en edad escolar y sus padres y madres. ¿Cómo conectarse, por ejemplo, a la video llamada de clase o recibir los deberes sin una tablet o un ordenador, o cuando en una familia de varios miembros solo hay un aparato tecnológico? ¿Cómo seguir con el ritmo del curso sin dispositivos, competencias digitales y en medio de la incertidumbre, con más dudas que certezas?

En entrevista a GARA en mayo, Sara Polo, responsable de políticas de infancia de Save the Children en la CAV, ya alertaba de que el cierre de centros escolares «ha agrandado la brecha educativa que ya existía» y que si no se hace nada «nos vamos a dejar atrás a una parte muy importante de la población en Euskadi». En su informe «Covid-19: cerrar la brecha. Impacto educativo y propuestas de equidad para la desescalada», la ONG constató que la actual crisis sanitaria y medidas como el cierre de escuelas o la suspensión de actividades extraescolares –esta última se mantiene hasta la fecha en muchos centros– «no han hecho más que evidenciar las diferencias que ya existían entre el alumnado de distinto origen socioeconómico y ampliar las brechas educativas».

Para dar respuesta a estas realidades y ayudar a familias en situación vulnerable, Save the Children cuenta con tres centros, dos en Gasteiz, y un tercero en Barakaldo, inaugurado a finales del año pasado. GARA ha visitado este último de la mano de esta entidad. Entre dibujos y carteles que promueven valores como la fortaleza, el respeto o el compañerismo, ha conversado con dos madres cuyas hijas acuden a este centro.

«Una situación muy agobiante»

María Antonia se quedó sin trabajo tras varios años de baja por problemas de salud. A su marido también le despidieron al comenzar la pandemia y aunque volvió a trabajar durante un tiempo, actualmente se encuentra otra vez en paro. Con dos hijas de 5 y 10 años, María Antonia describe la situación como «muy agobiante».

Aunque en casa tenían wifi, no contaban con ningún dispositivo digital para que las hijas pudieran seguir con el curso. A través del programa «A tu lado», Save the Children les proporcionó una tablet para que la hija mayor pudiera conectarse a las clases y hacer los trabajos que le enviaban. También les facilitó material y apoyo escolar, así como respaldo sicológico y ayuda alimentaria y económica.

«Estoy muy agradecida a Save the Children, porque tal y como estábamos no me podía permitir comprar esas cosas. Ni con todo el dinero del mundo podría pagarles lo que nos han dado, porque mis hijas no han perdido su sonrisa y eso no tiene precio», afirma María Antonia.

Natalia llegó hace dos años de Colombia con su pareja y sus dos hijas de 4 y 7 años. Viven una situación económica «difícil», y les ayuda la abuela. El confinamiento hizo que se quedaran sin trabajo. A Natalia, además, le tocó hacerse cargo sola de las niñas, porque su compañero estaba en Aranda del Duero cuando decretaron el estado de alarma y el confinamiento. «Fue una situación dura, aunque creo que las niñas lo llevaron algo mejor», señala.

Tampoco contaban en casa con dispositivos digitales, por lo que Save the Children les entregó una tablet. No fue fácil. En su caso, la recta final del curso no fue on-line. «No tuvieron clases on-line, les enviaban por correo lo que tenían que hacer cada semana. Para mí era muy complicado poder ayudarlas, porque no sé euskara. Trasnoché varias veces traduciendo los textos en la tablet para luego poder explicarles e intentar resolver sus dudas», recuerda. «Si no me hubieran proporcionado la tablet no me imagino cómo hubiera podido terminar el curso mi hija mayor», añade. Save the children ofreció a la mayor clases de refuerzo, mientras a la hija pequeña, que por edad no puede entrar en el programa de la ONG, le facilitó material para jugar y pintar.

«Estoy muy agradecida, la ayuda que nos dieron fue esencial, porque el confinamiento nos pilló sin absolutamente nada», remarca Natalia.

«La educación es un derecho y todos tendrían que poder recibir una educación digna. Sin embargo, lo que se ha hecho ha sido excluir al que no tiene medios y no me parece justo», denuncia María Antonia.

Además de la ayuda específica dada durante la pandemia del covid-19, Save the Children ofrece durante todo el curso clases de refuerzo. Una iniciativa muy importante para el desarrollo educativo y personal de los más pequeños, pero que han tenido que limitar dada la situación actual.

«El año pasado nuestra hija mayor acudía al centro de Save the Children casi todos los días, pero con la pandemia han tenido que reducir los grupos y todo ha quedado más limitado, por lo que este año ha comenzado yendo solo un día», explica María Antonia.

Temor a otro confinamiento

El temor a otro confinamiento está latente en la conversación. Ambas coinciden en lo duro que sería para sus hijas un nuevo cierre de los centros escolares. «Otro confinamiento les afectaría mucho, la mayor igual ya se está preparando, pero a la pequeña le afectaría más. Las clases presenciales son muy importantes, porque no es lo mismo estar detrás de un dispositivo digital que tener a tu profesor delante y poder hacerle preguntas», indica María Antonia.

«Las niñas estaban tan ilusionadas por volver a vivir una vida normal que no les importaba llevar mascarilla o que les tomasen temperatura, asumían muchas condiciones. Pero otro confinamiento les afectaría mucho. Están en una etapa vital para el día de mañana», remarca Natalia.

Ante lo que pueda suceder, Save the Children está haciendo un seguimiento de la situación para «tomar acciones oportunas tanto de respuesta humanitaria como a nivel de incidencia política, con las que paliar los posibles impactos de la segunda ola y de las medidas de contención del covid-19».

el nivel socioeconómico y la brecha digital, claves de la desigualdad

630 niños y niñas de Gasteiz, Bilbo y Barakaldo participaron en el programa «A tu lado» que puso en marcha Save the Children para ayudar a las familias en situación de desprotección a hacer frente a la pandemia y a los más pequeños en su desarrollo educativo.

En la CAV ha repartido 219.600 euros a las familias más necesitadas; ha hecho seguimiento telefónico y de acompañamiento a padres y madres con pautas de crianza y educación positiva; ha dado apoyo escolar a distancia a los menores más vulnerables; y ha proporcionado herramientas tecnológicas para poder seguir los estudios a distancia.

Save the Children denuncia que la brecha digital ha agrandado más las diferencias entre el alumnado. Según datos de la organización, el 40% de las 500 personas que atiende no tenía un dispositivo digital, y el 30% carecía de wifi.

Subraya que no es suficiente con proporcionar medios tecnológicos, «porque faltaban conocimientos digitales, por ejemplo, para abrir una cuenta de email. Algunos estudiantes estaban completamente desconectados del curso. La brecha digital fue total y eso produce ansiedad tanto en los menores como en sus familias».

La pandemia ha evidenciado el impacto que tiene el nivel económico de las familias en la educación de los niños. Una encuesta de Save the Children señala que al principio de la pandemia, las familias en situación de vulnerabilidad ganaban menos de 10.143 euros al año y tres meses después, el 32% había perdido su empleo.A.R.