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AZKEN PUNTUA

Una pregunta…


Con la pandemia me he planteado preguntas sobre la vejez que nunca se me habían ocurrido y lo cierto es que han removido un poco mis inquietudes. Cuando se ha escrito sobre ella, siempre se le ha atribuido un sentido de sabiduría, serenidad y belleza, tal vez porque es una etapa de la vida que nos parece lejana y que, además, tardará en llegar. «El otoño se acerca con muy poco ruido/ apagadas cigarras, unos grillos apenas,/ defienden el reducto/ de un verano obstinado en perpetuarse…/». Estos versos del poeta asturiano Ángel González, lo dicen y lo explican todo. No obstante, entre las preguntas que han removido mis preocupaciones hay una que continúa inquietándome. ¿Yo y el tiempo que me ha tocado vivir nos estaremos haciendo viejos y no me he dado cuenta? Si hago caso del postmodernismo que hoy controla todos los discursos como si fuera la nueva y definitiva revolución contra el neoliberalismo, somos ya viejos sin remedio. Sin embargo, si escucho al poeta, éste me dice que no. «La decepción reactiva el recuerdo de las ilusiones que la causaron. Puede parecer paradójico, pero el sentimiento de fracaso me confirma la legitimidad de las causas perdidas, me devuelve la fe en ellas, la conciencia de su necesidad. Responde al empeño, no deliberado, de darle a la vida un sentido y a la historia una finalidad que la dinamita».