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EDITORIALA

Hay que conjurarse para sostener y recuperar el empleo


Las primeras réplicas socioeconómicas de la pandemia se están dejando notar en diferentes sectores industriales y en varias empresas de Euskal Herria. Por ahora, son localizadas pero impactantes: se cierran plantas y se despiden plantillas enteras, destruyendo cientos de puestos de trabajo en pueblos y comarcas. Se manda a la Policía para que reprima a quienes protestan por haber perdido el empleo. Y se pide perdón por la brutalidad policial si el herido es alguien, no si son «los nadies». Por supuesto, esto no es una crítica a quienes defienden a los trabajadores, sino a los gobernantes que con su doble vara, la moral y la otra, apalean a los que protestan.

Todo indica que en este año de pandemia la falta de ganancias que repartir entre los socios y accionistas se va a traducir en planes de recortes y despidos. Estos son fulminantes, a menudo sin contemplaciones: no se debate si se ha hecho todo lo posible para mantener la actividad y el empleo, si existen alternativas. La afección del covid-19 se ha convertido en una justificación sencilla para hacer limpia, reducir costes y eliminar algunas partes de los negocios que no son tan rentables en este momento. No se trata de empresas en perdidas o sin viabilidad. En algunos casos se trata de rebajas en los beneficios y negativa a sacar la reinversión necesaria de esas ganancias. En muchos casos, simplemente no parece haber voluntad para realizar el esfuerzo colectivo que supone sacar adelante una empresa.

En otros sectores como la hostelería y el comercio, la propuesta de las administraciones es que resistan como sea. Los que más capital y patrimonio han acumulado tienen una gran ventaja si de lo que se trata es de aguantar hasta que escampe. El asociacionismo corporativo, concebido históricamente como lobby que representa a una parte del sector, sirve para desgastar gobiernos pero no para generar alternativas endógenas. De lo que quede abierto tras la batalla se beneficiarán los mismos de siempre. Quizás, los rentistas sufran un tiempo. No es que pierdan, será que dejarán de ganar.

No hay que olvidar que es un sector precarizado, donde las mujeres realizan los trabajos peor remunerados, hay un importante segmento de hombres adultos que ya no tienen acceso posible a otros oficios y donde los jóvenes tienen sus primeras experiencias en el mercado laboral. En muchos casos puede pasar de ser complemento salarial de una familia a ser su único sustento. A estas alturas en Hego Euskal Herria hay 64.000 hogares con todos sus miembros en paro.

Desigualdad, empleo y políticas publicas

Hasta el FMI se muestra preocupado por cómo crece la desigualdad entre países –tal y como se ve con las vacunas–, y porque el peso de la crisis lo están soportando «de manera desproporcionada» las personas menos cualificadas, las mujeres y los jóvenes.

La ocupación entre los menores de 25 años se ha desplomado un 10,7%, arrastrando la tasa de paro juvenil hasta el 31,7%. Uno de cada tres jóvenes vascos no tiene trabajo. Terceros por la cola en la Unión Europea, únicamente por detrás del Estado español y de Grecia. En un momento en el que se debate tanto sobre las percepciones subjetivas de la juventud y la pandemia, las condiciones objetivas a las que están condenados esos jóvenes apenas se mencionan.

De igual modo, la tasa de paro femenino es del 11,5% frente al 9,3% de la masculina, habiendo crecido la diferencia en un punto. Un retroceso precisamente cuando se tenía que atajar la otra gran brecha, la salarial.

Para tener un mercado laboral dinámico, equilibrado, eficiente y justo, la Administración pública debe dar ejemplo. No puede ayudar a aquellas empresas que generan empleo precario o despiden compulsivamente y debe promover un empleo público de calidad y adaptado a las necesidades de la sociedad.

Sin embargo, ahora la única oferta pública de empleo significativa del Gobierno de Lakua es la de 700 nuevos puestos en la Ertzaintza. Al mismo tiempo, desde Donostia hasta Barakaldo, agentes y mandos han decidido desprestigiar aún más a esta Policía con sus actos.

Mientras tanto, todo el mundo ve que lo que hace falta ahora y en el futuro es más personal sanitario y docente. También urge desarrollar políticas públicas que faciliten en la industria y los servicios una reconversión digital y ecológica que sea sostenible y genere riqueza y empleo. Si se reza para «que vuelva lo de antes», eso ocurrirá, solo que en una versión empobrecida y cruel.