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ELECCIONES EN EL SALVADOR

Bukele logra el control absoluto de su «talón de Aquiles»: el Legislativo

Nayib Bukele arrasó en las elecciones del pasado domingo y logró su principal objetivo desde que llegó al poder en El Salvador en febrero de 2019: aglutinar el control absoluto de la Asamblea Legislativa. La victoria da carta blanca al presidente salvadoreño para hacer lo que quiera en lo que resta de legislatura.


El movimiento Nuevas Ideas, fundado por Nayib Bukele y dirigido por un primo suyo, consiguió acabar con el principal contrapoder que tenía el presidente salvadoreño en el país centroamericano. Su verdadero “talón de Aquiles” era la Asamblea Legislativa, controlada hasta ahora por los partidos de la oposición y donde la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), con la que Bukele venció en los comicios hace dos años, solo contaba con 10 de los 84 diputados del Congreso.

Así, pese a que había conseguido hacer historia rompiendo el bipartidismo que hubo en El Salvador en los últimos 30 años, en la Asamblea Legislativa continuaban ostentando el poder la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), con 35 diputados, y la izquierda heredera de la exguerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), con 23.

Todo lo que quería aprobar el presidente acababa bloqueado en la Asamblea, generándose así en el país la sensación de que no había habido un verdadero cambio, a pesar de haber roto el bipartidismo imperante desde que finalizara la guerra civil (1980-1992), que dejó un saldo de 75.000 personas muertas y 8.000 desaparecidas.

El propio líder del Gobierno salvadoreño ha llegado a tachar de «pacto de corruptos» los Acuerdos de Paz de 1992, que instauraron la democracia y que, a su juicio, fueron una «farsa y un negocio».

Esta oposición férrea a Bukele tuvo su punto álgido en febrero del pasado año, cuando el mandatario llamó a la insurrección a la población y entró a la Asamblea con militares fuertemente armados para presionar a los diputados para que aprobasen un préstamo de 109 millones de dólares, destinados a la tercera fase de su proyecto estrella: el Plan de Control Territorial. Con este dinero, que finalmente nunca fue aprobado en el Congreso, el mandatario pretendía «modernizar» la Policía y el Ejército para luchar contra las pandillas, que dejan miles de muertos cada año.

Desde que el 1 de junio de 2019 llegara al poder, Bukele declaró la «guerra» a las pandillas y militarizó las calles lanzando así un pulso al Congreso, al que intentó doblegar metiendo a los militares. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia le exigió días después que dejara de utilizar al Ejército en actividades que pongan en riesgo la separación de poderes.

La victoria holgada de su marca electoral en estos comicios, Nuevas Ideas, otorgará carta blanca al presidente salvadoreño para hacer lo que quiera en lo que resta de legislatura. Una de sus propuestas que saldrá adelante y que el Gobierno llevará a la Asamblea el próximo mes de setiembre es una reforma constitucional para que, a partir de 2029, se amplíe el periodo presidencial un año más, es decir, a seis años y que se establezca la posibilidad de una consulta popular para revocar el mandato.

Para ello, se necesitan 43 de los 84 votos en la Asamblea, de modo que Bukele lo tendrá mucho más fácil para gobernar a partir de ahora y colocar también a un nuevo fiscal general de la República afín, así como a cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia, logrando con ello el control del poder ejecutivo, legislativo y judicial.

Estos comicios han puesto de manifiesto que, a pesar de las investigaciones periodísticas de “El Faro”, que revelaron que Bukele había negociado con un grupo pandillero la reducción de la violencia a cambio de beneficios penitenciarios, el presidente cuenta con un gran apoyo popular que él achaca a ser el «presidente más cool de la historia».

En el momento de votar junto a su pareja fue recibido por decenas de personas al grito de «Nayib, Nayib». Minutos antes, compareció ante la prensa con su ya habitual gorra al revés para denunciar las «irregularidades generalizadas intencionales y no intencionales», refiriéndose así al hecho de que «no se dieron las credenciales» a las personas delegadas de Nuevas Ideas en las mesas electorales.

Asimismo, denunció que hubo colegios electorales que tardaron hasta dos horas en abrirse, lo que generó colas que iban a «paso de tortuga de hasta 1.500 personas».

Por ello, tres horas antes de que cerraran las votaciones, Bukele hizo un llamamiento a la “Operación Remate” para que la población acudiera a depositar sus papeletas para renovar la Asamblea Legislativa, las 262 alcaldías y los 20 diputados del Parlamento Centroamericano.

Tras vencer en las elecciones de 2019, aseguró que «hemos pasado la página de la posguerra» y, en esta misma línea, habló el domingo: «Hay una oportunidad histórica para que se vayan para afuera los partidos y las personas que dominaron el país en los últimos 40 años, incluyendo la guerra». Así, dijo que El Salvador «ha decidido pasar la página de la posguerra» con unas elecciones que han puesto fin a que su Gobierno fuera el «único que ha tenido una Asamblea Legislativa en contra». «¡Victoria!» proclamó Bukele ante sus 2,3 millones de seguidores en Twitter, acompañado de una celebración con fuegos artificiales en una de las zonas acomodadas de San Salvador. Esta victoria supone el mayor cambio de timón político desde el fin del conflicto armado y un mazazo para quienes lideraron la escena parlamentaria en las últimas décadas.