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EL ATHLETIC, ANTE OTRA FINAL DE COPA

Preparación mental para evitar el exceso de responsabilidad en los jugadores

El Athletic va a disputar su segunda final consecutiva en dos semanas como ocurrió en la primera temporada con Bielsa en 2012. Iñigo Pérez lamenta que no pudieron dar su mejor nivel y, por ello, recomienda a la actual plantilla que «no carguen la mochila con piedras» y salgan a disfrutar como si fuera un partido más.


Iñigo Pérez es de esas personas a las que es un placer escucharles mientras hablan. Recurre a los términos apropiados y aporta profundidad en sus explicaciones. A sus 33 años es jugador de Osasuna y en estos momentos se encuentra lesionado con una pubalgia. Al conjunto navarro le falta dar el último paso para asegurar la permanencia de manera matemática y muestra su alegría por haber conseguido reaccionar a tiempo de la mano de Jagoba Arrasate.

Coincidieron en el Numancia en Segunda y el entrenador vizcaino se lo trajo al equipo de su ciudad. El iruindarra regresaba a Primera con los rojillos nueve años después de su último partido con el Athletic. Su carrera futbolística se ha visto lastrada en cierto modo por las lesiones de larga duración, pero ha aprendido a llevar estas situaciones de la mejor manera y seguir adelante.

Ese carácter le sirvió para conseguir convencer a Bielsa en los entrenamientos cuando había sido descartado. Iñigo Pérez señala que fue una etapa «verdaderamente impresionante para unos chicos que éramos jóvenes y realmente no lo esperábamos». Destaca el haber conseguido que el equipo jugara de la misma manera en cualquier campo y sin importar el rival.

El punto álgido de esa temporada llegó con la disputa de las finales de Europa League y la Copa. Sin embargo, el Athletic no estuvo a la altura en ninguna de ellas y cayó por 3-0 en ambas ante Atlético y Barcelona.

Iñigo Pérez recuerda que antes de la final de Bucarest «veníamos en una dinámica liguera que no era muy buena con varias derrotas y sin hacer gol y con el equipo un poco exhausto». «Me da pena porque se utiliza como arma arrojadiza que el equipo estaba quemado y cansado y que por eso no se ganaron las finales. Si se hubiese ganado una de las finales nunca se hubiera sacado ese tema, aunque era una obviedad», rememora.

El iruindarra asume que la derrota en la primera final fue un «mazazo» del que no pudieron levantarse. Tenían puestas muchas ilusiones porque consideraban que era la más pareja, pero dolió mucho por «cómo se produjo». «No fuimos nosotros, no fuimos lo que habíamos hecho durante toda la temporada y lo sabíamos». En cuanto a la segunda final, señala que el contexto fue distinto al ser el último partido del Barcelona de Guardiola. Además, venían de caer en la anterior cita y desde el inicio percibió, al ver las caras de los compañeros y la forma de encarar el partido, que no iban por el buen camino.

La gestión de las emociones

El relato que hace se asemeja demasiado a la actual situación. El Athletic no estuvo a la altura de lo que había demostrado ante la Real y la derrota en la final vasca fue por eso más dolorosa. «La responsabilidad que uno tiene sobre sus hombros en esas finales es muy grande y más en un equipo como el Athletic en el que pasas de la grada al césped y después a la grada en cuestión de una década. Es difícil gestionar eso», reflexiona.

Iñigo Pérez cree que en la actual plantilla rojiblanca tienen la «suficiente experiencia» para saber «qué es lo que te genera cierto temor o te atenaza» y que «no son los nervios normales que vives cada domingo o en situaciones conocidas». En este sentido, apela «a algo básico» que «intenten disfrutar» y «no se permitan meter más piedras en la mochila, ni de responsabilizarse más de lo debido y pensar en que es solo un partido de fútbol».

«La mente sin querer corre mucho. Te acuerdas de la afición, de la situación que estamos viviendo, de querer dar una alegría a todos los rojiblancos y sin querer ese proceso de reflexión te va haciendo que la mochila adquiera más peso. Que intenten olvidar eso y salgan a jugar ese partido como lo hicieron en la Supercopa», subraya el zurdo de Iruñea, añadiendo que se puede ganar o perder, pero que no se queden con esa «sensación» que es «el error que cometimos nosotros en las finales y nos reprocharemos siempre».

Iñigo Pérez comenta que el aspecto mental es una de sus inquietudes y que comenzó la carrera de sicología por ese motivo. Considera que es clave en el fútbol y en la vida como él mismo pudo constatar cuando tuvo que regresar al Athletic de una cesión al Mallorca en 2013. En cuanto a los jugadores rojiblancos cree que «tienen un exceso de responsabilidad con la afición», que en la gran mayoría de equipos no existe salvo contadas excepciones: «Todos tienen familiares y amigos que son de ese equipo. Pertenecen a la misma tierra y tienen un sentimiento de arraigo y de deuda con su afición que no tienen otros equipos».

El centrocampista zurdo se muestra partidario de lo que supone la filosofía rojiblanca porque «define perfectamente lo que es la simbiosis entre el equipo y su gente», pero indica que en las finales es un «arma de doble filo». Por un lado, supone una «adrenalina descomunal» contar con una masa social semejante y «te da confianza, seguridad y te hace imaginarte el momento de celebración con ellos y eso se magnifica». «Eso es lo positivo, pero también imaginas que puedes perder, que has fallado a un pueblo y podrías haberlo hecho mejor y si la mente corre demasiado empiezas el partido exhausto», revela al respecto.

Marcelino y el Barcelona

Si tuviera la oportunidad de vivir otra situación similar, cree que trataría de mantener la rutina habitual de un partido cualquiera, aunque reconoce que las finales son excepcionales y es complicado. Al hilo de esto señala que en un documental elaborado sobre la victoria de la selección española en el Mundial, Javi Martínez comentaba que mientras él no pudo echar la siesta por los nervios antes de la final, los jugadores del Barça estaban jugando a ping-pong en la previa con total tranquilidad.

En la forma de encarar el partido por parte de los dos equipos puede estar la diferencia en la final. Iñigo Pérez cita la victoria en la Supercopa y resalta que más allá de los planteamientos tácticos y físicos Marcelino acertó a tocar las teclas en el «apartado emocional» del equipo. En este sentido, se inclina por volver a confiar en lo que funcionó en enero y recalca que el técnico asturiano ha demostrado que sabe cómo hacerlo.

Lo que no tiene tan claro es que el actual Barcelona sea más vulnerable. Prefiere decir que «quizá no sea tan potente», pero sigue siendo uno de los mejores equipos de la Liga y de Europa.