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EDITORIALA

Un hito que exige una respuesta a su altura


Hace un año, cuando todavía no nos habíamos repuesto de la primera embestida de un virus del que apenas sabíamos nada más que el daño que nos había causado, la posibilidad de que doce meses después una parte sustancial de la población estuviera vacunada o en camino de serlo lindaba más con la ficción que con la realidad. Sin embargo, a día de hoy más de media docena de vacunas, todas ellas seguras y eficaces, están siendo administradas, hay otras 96 que están siendo probadas en seres humanos, y cerca de doscientas están en fase preclínica, con resultados en laboratorio más alentadores que las ya existentes. Se mire por donde se mire, estamos ante un hito para la medicina y la ciencia, y aunque todavía queda muchísimo por conocer del SARS-CoV-2, hay expectativas reales de que la crisis sanitaria pueda pasar pronto a otro estadio menos trágico.

Este logro extraordinario, resultado del conocimiento, el trabajo y la dedicación de muchos recursos, exige una respuesta a su altura. En primer lugar, en la gestión de las propias vacunas, cuya accesibilidad debe generalizarse, salvando la zanja que divide a los países en función de su fortaleza económica. La vacuna debe tener carácter universal, no solo por un principio de justicia social, sino también por la constatación de que solo así será posible superar la pandemia. La liberación de las patentes, en este sentido, si bien no es la panacea, cuando existen otros obstáculos relacionados con la capacidad de producción y el acceso a materias primas, enviaría un mensaje potente en la dirección correcta, la que antepone el bienestar colectivo frente a otros intereses, como el beneficio económico.

Pero el resto de las actuaciones tendentes a hacer frente a la pandemia también deberían estar a un nivel que hasta ahora no han alcanzado la mayoría de gobiernos e instituciones, cuya actuación en este tiempo deja mucho que desear. Sin llegar a la excelencia que han mostrado la ciencia y la medicina, lo mínimo a exigir es que acompañen, y no obstaculicen, en el camino a la salida de esta pesadilla.