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AMENAZA AL MODELO INMERSIVO

Oda a la diversidad lingüística para suavizar los daños colaterales de un fallo glotófobo

Defensor de la lengua francesa y guardián de las lenguas regionales es la doble condición que asumió, ayer, Emmanuel Macron para tratar de calmar los ánimos tras la decisión del Consejo Constitucional.


Un mensaje en Facebook, colgado a la misma hora temprana en la que promulgó, el domingo, la Ley Molac «cepillada». Si el medio sigue siendo el mensaje, esa fue la vía ensayada, ayer, por Emmanuel Macron para hacerse perdonar la decisión de parte de su grupo parlamentario de aguijonear al Consejo Constitucional con el resultado, bien conocido, de un fallo por elevación, según el cual el modelo inmersivo en lenguas minoritarias no tiene cabida en el marco legal francés.

En medio de una protesta creciente, en la que no faltan las críticas en prensa de sus aliados y las interpelaciones constantes a sus ministros, Emmanuel Macron optó por enfundarse temprano el traje de «guardián de las lenguas regionales».

Poco importa que una sesentena de sus parlamentarios estampara hace poco más de un mes su firma en el recurso contra la Ley Molac. A 26 de mayo, Macron evitó hablar del origen de la enfermedad, para ofrecer, a modo de Panoramix, una pócima mágica. Un día, una receta.

El presidente francés reivindicó así la decisión comunicada, la víspera, por su jefe de Gobierno, Jean Castex, de poner en marcha una comisión que, no se sabe muy bien ni cómo ni con quién ni para cuándo, tratará de zurcir el roto que ha hecho el Consejo Constitucional valiéndose de las tijeras que le prestara, a la chita callando, el gabinete del ministro de Educación. Un Jean-Michel Blanquer que, por cierto, solo unas horas antes de que su patrón colgara su post aclaró en sede parlamentaria que quiere que las «lenguas regionales» sean opcionales, como el griego o el latín, en el bachillerato. Todo un contrasentido frente a ese mensaje jabonoso por el que Macron homenajeó el trabajo desarrollado por «numerosas personas, muchas veces de forma altruista», en favor de la transmisión de unas lenguas que siguen amenazadas de desaparición, según la Unesco.

De la responsabilidad oficial en la merma de la diversidad nada se señalaba en ese panegírico por el que Macron ofreció una repentina oda de amor a quien acumula agravios, desprecio y maltrato de las instancias que deciden en París.

«Desde hace décadas, un gran movimiento de transmisión por la escuela inmersiva, a través de asociaciones como Diwan, Seaska, las Calandreta, Bressola, ABC y otras han hecho vivir estas lenguas y garantizado su futuro», remarcaba correctamente en su mensaje el inquilino del Elíseo, haciendo suyos, casi al dictado, los argumentos que le transmitió, el viernes, vías redes sociales, y el lunes, a través de las columnas de “L'Express”, su mentor, François Bayrou.

El dirigente del MoDem y, siguiendo su misma senda, también el presidente de Pirineos Atlánticos, Jean-Jacques Lasserre, dejaba sentado que «no aceptará» la decisión del Consejo Constitucional si de ella se deriva el cuestionamiento de un sistema de inmersión a cuya inserción en el cuadro normativo contribuyó él mismo –con unas decisiones más gloriosas que otras– durante su etapa como ministro de Educación.

Un factor a incluir en la larga lista de daños colaterales que se derivan del fallo del Consejo Constitucional es el de las alianzas políticas. A nadie se le oculta que las elecciones departamentales y regionales, que se celebrarán en junio, servirán para ajustar el precio de los futuros apoyos, con vistas a la liza por el Elíseo en mayo de 2022.

Macron incluyó una crítica etérea al ataque judicial en su escrito al considerar que «el derecho debe liberar, nunca asfixiar; abrir, nunca constreñir», pero sin cargar tampoco las tintas, dado que su objetivo no era ahondar en una polémica que llega para él en un tiempo inoportuno. Es más, a la vista de la poca coherencia de las explicaciones oficiales al respecto, todo apunta a que el desatino llegó porque, pese a las muchas advertencias, los controles de calidad fallaron en las diferentes etapas. Esa concatenación de decisiones, guiadas más por prejuicios que por juicios sosegados, que dan lugar a un desastre que luego nadie sabe explicar y menos asumir empieza a ser la seña de identidad del modelo líquido macronista.

De ahí que, sin desdeñar el elogio, reclamaran hechos aquellos sectores, institucionales y sociales, que comparten el diagnóstico de que el fallo jacobino del Constitucional tiene calibre de «declaración de guerra».

«El comunicado del presidente de la República pretende dar tranquilidad, pero no ofrece ninguna seguridad», respondió vía Twitter el presidente de la Mancomunidad Vasca, Jean-René Etchegaray, al entender, como el presidente de Seaska, Peio Jorajuria, o el responsable de la Oficina Pública del Euskara (EEP), Antton Curutcharry, que es tiempo de defender a pie de calle el sistema inmersivo. La cita, el sábado 29, a las 16.00, en el polideportivo Lauga de Baiona.