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UNA FUERTE PERSECUCIÓN JUDICIAL PARA DAR ALAS A ERDOGAN

Campañas judiciales en contra y acusaciones de corrupción, esta es la losa que recae sobre Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul, por ganarle –según denuncian integrantes del CHP– el pulso electoral al presidente turco ,Recep Tayyip Erdogan, y amagar con echarle del poder en las elecciones generales de 2023.


Una máxima pronunciada en varias ocasiones por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, es «quien gana Estambul, gana Turquía». Pero ahora que su partido ya no controla la ciudad más importante del país, se le ha vuelto en su contra. Y sus colaboradores se han puesto manos a la obra para salvaguardar la Presidencia de uzun adam (el hombre alto), apodo que Erdogan se ha ganado. Y la vía para ganar una futurible batalla electoral contra el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, puede dirigirse hacia los tribunales: insultar a cargos públicos o acusarle de hacer campaña contra el Canal de Estambul utilizando fondos públicos son algunas de las armas que el poder judicial utiliza para desestabilizar al primer edil.

Desde que el político del partido kemalista CHP se alzó en la ciudad más importante del país –tras 25 años bajo dominio del gubernamental AKP– las acusaciones contra él han ido a más. Y la que tiene más recorrido podría costarle unos años entre rejas: el fiscal ha solicitado cuatro años y un mes de prisión para el alcalde de Estambul por insultar a un alto funcionario. Este caso hace referencia al día en que el Consejo Superior Electoral decidió repetir las elecciones de la ciudad. «Es una decisión estúpida», reaccionó entonces Imamoglu. Ahora que un tribunal turco ha aceptado la petición fiscal, el alcalde estambulí deberá responder ante la Justicia.

Y no se trata de un mero trámite. Cualquier opositor en la Turquía de Erdogan sabe que las rejas siempre son una posibilidad. La presidenta provincial del CHP, Canan Kaftancioglu, lo sabe mejor que nadie: a ella le ha caído una condena de nueve años de cárcel por «insultar al presidente» o «realizar propaganda terrorista».

«Lo tiene asumido, está bastante tranquila», explica una de sus colaboradoras. Eso se desprende también de las declaraciones de la propia Kaftancioglu a la revista “Time”, quien la denominó la «Navalny turca», no parece haberse venido abajo con su ya firme sentencia: «Volveré más fuerte», aseguró, dejando claro que no evitará pasar unos años en la cárcel y tiene pensado ocuparlos estudiando idiomas o alguna carrera.

Pero en el mismo partido la lista sigue. Gökçe Gökçen asumió la autoría de un panfleto del CHP en el que se apunta a Erdogan como el brazo político de la organización de Fetullah Gülen, considerada «terrorista». Todo fue tildado de «calumnia» por un tribunal turco, sin embargo, la pena que puede recaer sobre ella no será inferior a cinco años. El Código Penal recoge que las calumnias contra el presidente son sinónimo de «un ataque hacia él». Ella misma explica a GARA que el tribunal incluso interpreta su ataque como un intento de agresión física. A sus 29 años, la diputada más joven del CHP se enfrenta a una acusación que le puede suponer hasta 19 años de cárcel: «Cuando lo supe, me reí. Pero aún no sabía los detalles. Luego, cuando vi que se me acusaba bajo una ley que no sabía ni su número, y yo soy abogada, vi que no tenía lógica alguna y era ridículo». Por eso, tiene claro que «el arma más valiosa del AKP es silenciar a la gente y prevenir que los jóvenes nos metamos en política».

El rival a batir

Las encuestas electorales, por ahora, no vaticinan un gran futuro para Recep Tayyip Erdogan, quien ocupará la Presidencia hasta 2023. Y nadie duda de que se presentará de nuevo para seguir en el cargo, pero le han salido adversarios reales con nombre propio: Ekrem Imamoglu –alcalde de Estambul– suena como el hombre fuerte para echar al actual mandatario. De hecho, ya ganó una batalla crucial, aunque no directamente contra él. Tras la decisión del Consejo Superior Electoral de anular los primeros comicios locales alegando irregularidades, el bullicio se prolongó tres largos meses que sirvieron para darle una victoria más holgada: los 13.000 votos de diferencia en la primera votación se convirtieron en cerca de un millón en la segunda cita con las urnas. De tal forma que, ya sea por romanticismo o por pragmatismo, el ganador de aquellas elecciones locales será posiblemente el designado para asaltar el poder en el país eurasiático en 2023. De no ser el candidato elegido, la batalla la libraría el alcalde de Ankara, Mansur Yavas.

La empresa Metropoll dictaminó a mediados de mayo que Imamoglu vencería en una hipotética segunda vuelta en las elecciones: un 49,7% votaría al candidato del secular Partido Republicano (CHP), mientras que un 38,8% lo haría en favor del actual presidente y líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Yavas, por su parte, conseguiría el 49,4% del apoyo popular, frente al 37,5% que recibiría Erdogan.

Y el ruido de las encuestas, la frágil situación económica o los escándalos que han estallado últimamente sobre las conexiones entre el Estado y la mafia, entre otras adversidades, no ayudan al actual jefe del Estado. Turquía, a diferencia de hace unos años, mira más allá de Erdogan. Pero las elecciones generales siguen quedando lejos y uzun adam sabe que tiene dos años para revertir la situación, sea como sea y a cualquier precio.