GARA Euskal Herriko egunkaria

El primer ministro de Israel marca sus líneas rojas en la Casa Blanca

Tocado por la caótica y sangrienta retirada de Afganistán, el inquilino de la Casa Blanca recibió ayer con un día de retraso al nuevo primer ministro israelí. El exaliado de Netanyahu y ariete de la colonización judía puso sobre la mesa la oposición de Israel a la reanudación del acuerdo nuclear con Irán y a la solución de los dos Estados. Todo apunta a que la debilidad de EEUU no se limita a Kabul cuando no es capaz de poner coto a su protegido en Oriente Medio.


El caprichoso calendario diplomático y los relevos al frente del poder en EEUU e Israel han hecho que el inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, no haya elegido peor momento para recibir al primer ministro israelí, Naftali Bennett.

El Gobierno estadounidense tuvo que aplazar hasta ayer la reunión, prevista el jueves, por el atentado suicida en los accesos al aeropuerto de Kabul.

El yihadismo controla sus propios tiempos y tenía prisa por «despedir» de forma sangrienta a los ocupantes estadounidenses y británicos antes de que expire el plazo de retirada el 31 de agosto.

Israel tiene su propia agenda y la visita de Bennett a Washington es su bautismo de fuego.

El de un antiguo aliado del exprimer ministro israelí Benjamin Netanyahu, y que no dudó en traicionarle y negarle el apoyo de su decisivo puñado de escaños pese a que comparte con «Bibi» –diminutivo con el que era conocido el hasta ayer eterno dirigente israelí– su odio hacia el pueblo palestino y la visión mesiánica de la colonización judía de las antiguas Judea y Samaria, hoy territorios palestinos ocupados de Cisjordania.

Coalición heterogénea

Ello a cambio de lograr el cargo en la primera mitad de la legislatura con una coalición heterogénea que agrupa a su formación colonialista, al sionismo de centro, a lo que queda del pacifismo israelí y a la corriente islamista de la minoría árabe (palestinos que no fueron expulsados de Israel o que resisten bajo el apartheid.

Ante un Biden noqueado, Bennett acudió a la Casa Blanca con una apuesta clara y un veto. Tal y como dejó claro la víspera, cuando fue recibido por el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, y el secretario de Estado, Antony Blinken, Irán es su obsesión y considera un «error» negociar la recuperación del acuerdo nuclear.

Por contra, presentó un plan «alternativo» a Biden.

En paralelo, el primer ministro israelí insistió en que la solución de los dos Estados (israelí y palestino) «no es pertinente, no es real».

Biden, que defiende siquiera teóricamente esa solución, insistió en que la diplomacia es la mejor manera de frenar el programa nuclear iraní, aunque asume que, «si no funciona, hay otras vías». Toda una demostración de «determinación».