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AZKEN PUNTUA

Seiscientos euros


El Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco me acaba de notificar que he sido sancionada con seiscientos euros por «desobediencia a la autoridad». Los hechos ocurrieron en noviembre de 2020 a las 19.00, en el centro de Gasteiz. Ocho agentes de la Ertzaintza intentaban reducir a un joven al mejor estilo yanqui. Al acercarme para decirles que aquello era tortura, uno me grito que me fuera. Al decirles que no me iría hasta que dejasen de maltratar al joven, otro agente con actitud muy matona me dijo que «obedeciese», que allí él era la única autoridad. Luego vino todo lo demás, intimidación, amenazas con detenerme… y el ya «recibirá noticias nuestras». Pues bien, ya las he recibido, seiscientos euros por criticar la brutal acción de la Ertzaintza contra un joven, al parecer, con problemas sicológicos. No sé si tomarlo como un orgullo personal en mi currículo inconformista o como una anécdota surrealista de una policía que, con la Ley Mordaza, ha perdido el norte en su afán de reprimir cualquier derecho, ya sea fundamental, laboral o de simple convivencia. Por mucho que Urkullu declare que la Ertzaintza «actúa con proporcionalidad», en realidad hace tiempo que olvidaron el respeto a las personas y a los Derechos Humanos, convirtiéndose en una policía violenta, intimidatoria y prepotente. Sus brutales intervenciones lo confirman todos los días y mis seiscientos euros también.