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Taiwán se convierte en el epicentro de la tensión geopolítica mundial

Con EEUU en retirada del Gran Oriente Medio y perfilando alianzas en el Pacífico, y China cada vez más fuerte e impaciente , Taiwán, la antigua Formosa, es ya el centro de la falla geopolítica en la que se enfrentan las dos grandes potencias. Los mensajes cruzados desde Pekín y Taipei, con el aval de Washington, así lo han evidenciado estos días.


Con motivo de la conmemoración el pasado fin de semana de la Revolución de Xinhai (1911), celebrada en ambos territorios por su papel clave a la hora de poner fin a siglos de poder dinástico en China, los presidentes de China y Taiwán, Xi Jinping y Tsai Ing-wen, han reiterado sus posiciones en torno a un conflicto que va a marcar las política internacional de los próximos años.

El líder chino reiteró el sábado la ambición de Pekín de «reunificar» la República Popular con la isla, a la que considera una provincia rebelde y cuya soberanía reclama desde hace décadas. El secretario general del PCCh aseguró que quienes «traicionen a la madre patria y busquen dividir al país (...) serán despreciados por el pueblo y condenados por la historia» y calificó de «grave peligro» a los habitantes de la isla que reivindican la independencia, en referencia a la presidenta Tsai, que llegó al poder en 2016 con un programa soberanista.

Eso sí, a diferencia de anteriores ocasiones en las que se había negado explícitamente a renunciar al uso de la fuerza, Xi insistió en la idea de una «reunificación pacífica» pero advirtió que «la reunificación completa puede conseguirse y se conseguirá».

Aunque en los últimos días las fuerzas aéreas chinas han realizado incursiones récord en la zona de identificación aérea (ADIZ) de la isla en lo que la prensa oficial china reconoce como «advertencia» al Gobierno taiwanés y a las «fuerzas extranjeras que los apoyan», Xi volvió a incidir en la oferta de incorporar a Taiwán bajo el marco de «un país, dos sistemas».

Este modelo se aplica en Hong Kong y Macao desde el fin de la época colonial (1997 y 1999, respectivamente) y supone la pertenencia a la República Popular pero con autonomía en diversas áreas como la económica o la fronteriza.

La presidenta de Taiwán puso ayer domingo en duda que China fuera a respetar el espíritu de ese esquema y criticó la deriva política de Pekín en los últimos años y especialmente su cada vez más férreo control sobre Hong Kong en respuesta a las protestas que se sucedieron en la ciudad durante la segunda mitad de 2019.

«Tras tomar el control completo de Hong Kong y reprimir a los activistas prodemocráticos, las autoridades de Pekín también se han alejado del camino de desarrollo político y económico que empezó (...) hace décadas», denunció la presidenta.

«Nadie puede obligar a Taiwán a tomar el camino que China ha elegido» para la isla, afirmó Tsai, para añadir que Pekín «no ofrece ni un estilo de vida libre y democrático para Taiwán ni soberanía para sus 23 millones de habitantes».

En referencia a la creciente tensión con Pekín –según el ministro taiwanés de Defensa, las relaciones atraviesan «su peor momento en 40 años»–, la mandataria isleña advirtió que «los taiwaneses no se rendirán» y reclamó un «diálogo basado en la igualdad» y el mantenimiento del statu quo.

Para ello está segura de contar con el apoyo de «cada vez más amigos democráticos», en referencia a Japón, UE, Australia y, sobre todo, a EEUU.

Washington está comprometido por ley -desde 1979, con el Acta de Relaciones con Taiwán- a ayudar en la defensa de la isla y a suministrar equipos bélicos.

Esta última semana surgieron informaciones que apuntaban a la presencia de militares estadounidenses en Taiwán para entrenar a las tropas locales, mientras la CIA ha creado un centro especializado en China, país que ya considera «la amenaza geopolítica más importante» que EEUU afronta en el siglo XXI.

La isla se gobierna de manera autónoma desde que los nacionalistas del Kuomintang (KMT) se replegaran allí en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas y continuaran con el régimen de la República de China, que culminó con la transición a la democracia en los 90; desde entonces, han tomado fuerza las voces que reclaman declarar la independencia de Taiwán como Estado soberano.