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BALONMANO - ANAITASUNA

Sin opciones en la pista riojana

La escuadra blanquiverde estuvo en todo momento a remolque de un Logroño que fue mejor tanto en ataque como en defensa.


LOGROñO 28

ANAITASUNA 24


Ya sabía de antemano Anaitasuna que era una de las salidas más complicadas de la temporada y ese temor se acabó confirmando en la pista de un intratable Logroño que marcó el ritmo que más le convino y llevó el control del luminoso en todo momento.

Prácticamente desde el principio fue así. Los anfitriones se pusieron muy rápido con un 4-1 favorable, gracias a la gran defensa que propusieron, contra la que se chocaron buena parte de los ataques navarros, y también al acierto ofensivo local, que puso tierra de por medio a las primeras de cambio. Durante muchos minutos, los de Quique Domínguez se vieron claramente desbordados, pero cerca del ecuador del primer tiempo comenzaron a atacar con una mayor decisión, siendo una de sus mejores fases del encuentro, permitiendo un esperanzador acercamiento en el marcador (7-5).

Sin embargo, no hubo continuidad a esa dinámica, hasta el punto de que el Logroño volvió a protagonizar un nuevo arreón, que se reflejó en un 13-7 en el marcador (m.23), una brecha tan grande que casi se podría decir que ya había dejado ventilado el envite. No solo por las seis dianas entre ambas escuadras, sino también por el reflejo del juego que quedaba sobre la pista.

Desde ese momento, el cuadro local se dedicó a administrar su renta, que apenas pudo enjugar un Helvetia Anaitasuna siempre a remolque, pese a que la diferencia se redujo ostensiblemente al descanso (17-13). Al menos, cuatro dianas no era una desigualdad tan enorme como para, al menos, intentar contrarrestarla durante el segundo periodo.

Los blanquiverdes buscaron darle un ritmo más elevado tras el receso, pero el buen nivel de Jorge Pérez en la portería riojana impidió que ello tuviese su reflejo en el electrónico, hasta el punto de que ocurrió justo lo contrario y el Logroño volvió a abrir un nuevo abismo (21-14).

Con semejante diferencia, los anfitriones jugaron ya con mucha más tranquilidad, mientras Anaitasuna no solo no encontró el camino oportuno para recortar la distancia, sino que esta se marchó a cotas elevadas (27-19), lo que sí se antojaba como una brecha difícil de acortar.

Únicamente en el tramo final el Logroño bajó el pistón y permitió que los de Quique Domínguez consiguiesen un resultado mucho más decoroso, quedando en la misma distancia que al descanso (28-24).