GARA Euskal Herriko egunkaria
EDITORIALA

Durango frente a Tapia, dos modelos para el futuro


El Parlamento de Gasteiz no había aprobado la primera Ley Tapia, que permite a Lakua imponer iniciativas públicas a los Ayuntamientos, cuando la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente tenía redactado otro anteproyecto que da una nueva vuelta de tuerca a la Ordenación del Territorio y a la ya maltrecha autonomía municipal. Ahora se abre la puerta a que sean también iniciativas privadas, y no solo de carácter medioambiental, las que se puedan imponer al criterio de los Ayuntamientos.

Lakua reincide además en las formas, en las antípodas de cualquier criterio de transparencia. Si en la primera tanda se reformó la Ley de Ordenación del Territorio a través de una enmienda a la ley de Administración Ambiental, en esta ocasión, la reforma se realiza a través de la Ley de Transición Energética y Cambio Climático. El despropósito es todavía mayor vista la materia que emplea Lakua para buscar el atajo. La transición a un sistema energético sostenible pasa irremediablemente por la descentralización y el apego a las necesidades reales y concretas de un territorio. Imponer un sistema de arriba abajo es una mala idea en general, pero resulta especialmente contraproducente en una materia crucial como el modelo energético y la lucha contra la emergencia climática.

Frente a la lógica impuesta por el departamento de Arantxa Tapia, ayer se conoció también el preacuerdo alcanzado por el Ayuntamiento de Durango y el departamento de Vivienda sobre el futuro de los terrenos liberados por el soterramiento de las vías. El contraste habla por sí solo. Ante la amenaza de que se impusiesen torres de hasta 18 pisos, el proceso de Durango arrancó con una consulta ciudadana, siguió con negociaciones constructivas, anuncia ahora un preacuerdo y culminará con un nuevo proceso participativo. Una guía de buenas prácticas que probablemente tenga premio para ambas partes y que Tapia haría bien en incorporar a sus iniciativas.