2022 URT. 09 MANIFESTACIONES POR LOS DERECHOS DE LOS PRESOS VASCOS Un clamor lanzado por miles de voces desde 200 puntos geográficos Miles de personas salieron a la calle ayer en doscientos puntos de Euskal Herria, casi en paralelo y con un clamor único: el rechazo a las medidas penitenciarias de excepción aplicadas a los presos vascos. Debido a la pandemia, esta iniciativa sustituyó a la ya tradicional gran cita del primer sábado de enero de Bilbo, suspendida por segundo año consecutivo. A.EREÑAGA - M.TXINTXURRETA - I.AZPARREN BILBO-ERRENTERIA-IRUÑEA En circunstancias normales, las calles de Bilbo habrían sido ocupadas la tarde de ayer por una riada de manifestantes. Debido a la situación sanitaria, y por segundo año consecutivo, la protesta contra la política penitenciaria de excepción aplicada a los presos vascos y, por tanto, la conculcación de sus derechos humanos se extendió por la geografía de Euskal Herria a cerca de doscientos puntos, con convocatorias comarcales y locales que congregaron a su vez a miles de personas, en una iniciativa difícil de contabilizar por lo extensa. Una de las convocatorias más “tempraneras” fue la de Baiona –comenzó a las 15.00, aunque en algunos pueblos arrancaron incluso antes– y también una de las más concurridas. En las tres columnas que recorrieron la capital labortana se apreciaba la presencia de una amplia representación política. Un interpelado –el Gobierno francés y su “inercia”– y tres nombres propios: Ion Parot, Jakes Esnal y Unai Parot, presos con casi 31 años cumplidos en prisión. A partir de las 17.00 horas, y casi en paralelo, en otros muchos puntos de Euskal Herria arrancaba una protesta multitudinaria y dispersa en lo geográfico, pero con una misma reivindicación. «En estos momentos, decenas de miles de personas en diferentes puntos de nuestro país están reivindicado un clamor social, que es poner fin a una política penitenciaria de excepción y avanzar hacia espacios de convivencia. Esto solamente lo podemos hacer si tenemos en cuenta, por un lado, un tratamiento específico y respetuoso con todas las víctimas de la violencia y, sin duda, una solución real y justa también a la situación de las cárceles. Es difícilmente entendible que diez años después de que ETA tomara la decisión de abandonar definitivamente su actividad violenta estemos en una situación en la que arrastramos una política penitenciaria de excepción», explicaban ante la prensa y en plena Gran Vía bilbaina Joseba Azkarraga y Bego Atxa. Los portavoces de Sare eran unos de los participantes en la manifestación a la que estaban convocados los vecinos de Bilbo, Basauri, Ezkerraldea y Uribe Kosta; una de las más de muchas que, casi a la misma hora, se desarrollaban en distintas zonas de Bizkaia, y en otros herrialdes, así como en capitales como Donostia o Gasteiz. Encabezando la marcha, a la que se unieron varios centenares de personas, familiares de los presos vascos y detrás, la pancarta de Sare, otra solidaria de la Asamblea Nacional Catalana, así como representes políticos y caras conocidas. Y para todo, un deseo para este año que acabamos de estrenar, expresado por Joseba Azkarraga: «Solo nos queda pensar que el año 2022 va a ser el año en el que se ponga punto final a esta vulneración de derechos humanos. Si esto no se consigue, nos encontraríamos ante un fracaso colectivo». Las que se denunciaron son vulneraciones de derechos como las que sufre el preso de Errenteria Mikel Arrieta. La movilización protagonizada ayer por 400 personas en su localidad natal buscaba incidir, precisamente, en su situación: diagnosticado desde 2017 de espondilartropatía crónica seronegativa, una enfermedad grave, incurable y degenerativa, desde este verano cumple condena en la cárcel de Martutene, sin casi atención sanitaria con la que hacer frente a su enfermedad. Lleva en prisión 21 años, ha cumplido 3/4 partes de su condena, pero la reciente propuesta de la dirección de Martutene ha sido rechazada por la Audiencia Nacional. Como él, recordó ayer Sare de Errenteria, hay 19 presos vascos enfermos de gravedad cuyos derechos son sistemáticamente ninguneados. «Las peticiones de tercer grado, permisos para salir o de libertad provisional sufren un bloqueo sistemático», apuntaron. Cerrando la jornada, en una de las últimas movilizaciones del día, en Iruñea y en una tarde marcada por el frío invernal, cientos de personas se dieron cita con un recorrido y horario inusual dada la situación de emergencia sanitaria. La marcha arrancó con un irrintzi a las 19.00 horas desde la Plaza de los Ajos, punto de encuentro para los agentes sociales, sindicales y políticos que secundaron el llamamiento de Sare. Allí estaban Joan Tardà y Joan Capdevila (ERC) junto a una delegación catalana, y miembros de EH Bildu como Adolfo Araiz o Pernando Barrena. Poco a poco, los cientos de manifestantes fueron recortando distancia hacia la plaza San Francisco, donde esperaba una enorme pancarta colocada en la escuela y que imploraba el fin de la política carcelaria de excepción: “Stop salbuespen neurriak”. Allí, miembros de Sare leyeron el mismo texto que resonó en casi 200 pueblos de Euskal Herria, denunciando a renglón seguido la situación de Izadi, que el 23 de enero cumplirá tres años y se convertirá en otra “niña de la mochila”. FRACASO COLECTIVO«Solo nos queda pensar que en el año 2022 va a ser el año que se ponga punto final a esta vulneración de derechos humanos. Si esto no se consigue, nos encontraríamos ante un fracaso colectivo», apuntó Joseba Azkarraga desde la pancarta de la manifestación de Bilbo. ENFERMOSEn Errenteria, se incidió en la denuncia de la situación de Mikel Arrieta, encarcelado en Martutene. Enfermo de de espondilartropatía crónica seronegativa, se le deniengan las peticiones para permisos o libertad condicional pese a tener cumplidas las 3/4 partes de su condena. DENUNCIASSare denunció ayer que 33 años después del inicio de la dispersión solo once presos vascos estén en tercer grado. La situación penitenciaria de excepción sigue con el bloqueo de las progresiones de grado y a los permisos, y «en algunos casos, se están cumpliendo cadenas perpetuas encubiertas».