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EEUU trata de abrir brecha en la alianza entre Putin y los oligarcas rusos


Conscientes del malestar de no pocos oligarcas rusos por la guerra de Ucrania, EEUU y sus aliados han oteado una grieta en el Kremlin y están intensificando su campaña de presión, alternando decomisos y sanciones a los irreductibles y amagando sin golpear a los que muestran dudas, cuando no su oposición, a la aventura militar de Putin.

Tratan así de socavar la alianza estratégica entre el inquilino del Kremlin y los que se enriquecieron con el hundimiento de la URSS. Acuerdo por el que Putin les dejaba seguir lucrándose, pero con la condición de que renunciaran a inmiscuirse en la política, como se atrevió a hacer el en su día directivo de las juventudes del PCUS (Komsomol) Mijail Jodorkovski, fundador de la liquidada petrolera Yukos y que purgó años y años en el gulag ruso.

La lista de los críticos con la agresión a Ucrania es larga e incluye a Aleksei Mordashov, el hombre más rico de Rusia y dueño del gigante del acero, minería y energía Severstal; a Oleg Deripaska, fundador del emporio del aluminio Rusal; a Mijail Friedman, cofundador del banco privado más grande de Rusia (Alfa Bank) y oriundo de Lviv (Ucrania); a Oleg Tinkov, multimillonario y fundador del banco que le debe su nombre y aquejado de una gravísima leucemia; al azerí Vaguit Alekperov, uno de los hombres más ricos del mundo, presidente de la petrolera Lukoil y amigo personal de Putin; y al ruso-israelí Roman Abramovich, uno de los hombres más ricos de Rusia que está vendiendo el club de fútbol inglés Chelsea mientras participa como impulsor en la ronda negociadora entre Rusia y Ucrania en Bielorrusia.

Todos ellos son oligarcas que nacieron en la URSS y que asisten a una guerra entre las dos repúblicas que, al margen de su distinto tamaño, más marcaron la era soviética.

Pero sobre todo son oligarcas. Y así como los ejércitos, sean rusos o estadounidenses..., no tienen alma, el dinero no tiene patria.