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UN CORREDOR DE LA MUERTE SATURADO PODRÍA ACELERAR LAS EJECUCIONES EN SINGAPUR

El aforo en el corredor de la muerte de la prisión masculina de Singapur está casi al completo, con medio centenar de presos esperando a ser ejecutados, lo que ha desatado el temor a que esa saturación acelere los ahorcamientos previstos, entre ellos el de un reo malayo con discapacidad intelectual, que aguarda la resolución de su última apelación.


La saturación en el corredor de la muerte de Singapur, es prácticamente plena actualmente y eso ha disparado las alarmas de los activistas contrarios a la pena capital en la ciudad-Estado, que temen que las autoridades aceleren el cumplimiento de esas condenas.

«Recientemente, cada vez que hablo con familiares de hombres en el patíbulo en la prisión de Changi, me expresan su temor de que las ejecuciones se reanuden con venganza», escribe Kirsten Han, activista contra la pena de muerte de Singapur, en su medio “We The Citizens” (Nosotros, los Ciudadanos).

La pena capital en la ciudad-Estado, que la ejecuta mediante la horca normalmente los viernes al amanecer, es tratada con opacidad en el semiautoritario Singapur, sin revelar cuántos presos hay en el corredor de la muerte, cifra que depende del recuento de activistas y organizaciones.

Han, coordinadora también de la ONG Transformative Justice Collective (Justicia Transformadora Colectiva), que lucha por eliminar el castigo capital en la isla, la Red contra la Pena de Muerte en Asia (Adpan, por sus siglas en inglés) y Abogados por la Libertad (LFL) alertaron en una reciente conferencia de prensa de que el aforo en el corredor de la muerte está casi completo.

Según la activista singapurense, hay más de medio centenar de hombres en el patíbulo –si bien desconoce la situación en la prisión de mujeres–, la cifra más elevada de la que tiene registro, tras dos años sin ejecuciones.

Se trata de más del doble de prisioneros en el corredor de la muerte de los que había hace cinco años, en parte porque en 2012 Singapur permitió conmutar la pena de muerte por la cadena perpetua en algunos casos; desde entonces se acumulan las peticiones, que tardan en procesarse, a la vez que se dictan nuevas sentencias, incluso a través de zoom como ha ocurrido durante la pandemia.

Último recurso

De todos los reos en el patíbulo, al menos 20 han agotado ya el máximo de recursos legales para frenar su ejecución, como el malasio Nagaenthran Dharmalingam, cuya apelación final fue escuchada por un tribunal de la isla el pasado martes.

El caso de Nagaenthran, Nagen, arrestado en 2009 por introducir 42,72 gramos de heroína en Singapur, ha recibido las críticas de la Unión Europea y la ONU por tener una discapacidad intelectual diagnosticada, condición dentro de la lista de posibles eximentes y uno de los motivos que sus abogados esgrimen para parar la ejecución.

Mientras se espera la decisión final de los jueces, su madre denuncia que el estado mental de su hijo es «tan pobre» que no puede entender que será ahorcado.

«Estoy muy preocupada porque Nagen no parece entender que su ejecución significa que va a morir», afirma, según publica Transformative Justice Collective.

Han y miembros de Adpan y LFL, así como el abogado de derechos humanos singapurense Ravi MRavi, denuncian otras irregularidades en los procesos, como asaltos a la privacidad de la comunicación de los presos con sus familias, con cartas puestas a disposición de la Fiscalía.

Discriminación étnica

Pero también subrayan otras inquietudes, como el alto número de hombres de etnia malaya (una de las minorías étnicas de Singapur, de mayoría china, al contrario que en la vecina Malasia) entre los acusados; 50 de los 77 condenados a muerte entre 2010 y 2021 eran malayos, según la activista singapurense, que ve un «sesgo» en los procesamientos judiciales.

«En cambio, hay investigaciones contrastadas que muestran cómo el Gobierno de Singapur tiene relación con grandes capos de la droga, quienes desde luego no están en el patíbulo», exclamó la activista en la conferencia de prensa.

Se refiere a los supuestos vínculos de Singapur con el conocido como el «padrino de la heroína», el birmano Lo Hsing Han, fallecido en 2013 y cuyo heredero, Steven Law, y su mujer singapurense, Cecilia Ng, pusieron en marcha una decena de compañías en la próspera isla, según algunas publicaciones.

Por 15 gramos de heroína

El Ejecutivo de Singapur, por su parte, continúa defendiendo sus leyes contra las drogas, entre las más draconianas del planeta, contemplando la pena de muerte para.

«Un año crucial», tal y como lo definió el primer ministro Lee Hsien Loong el pasado diciembre, arguyendo que «las leyes severas son un gran disuasorio» para el consumo de drogas en Singapur, donde «el número de drogadictos detenidos anualmente se ha reducido a la mitad desde mediados de los años 90».

«Nuestra situación contrasta drásticamente con la de los países que tienen un enfoque más permisivo», aseguró el dirigente, alejando la posibilidad de que el Gobierno haga cambios sustanciales o conceda exoneraciones, lo que no ha ocurrido en décadas.

La visión de Lee contrasta con la de organizaciones como Amnistía Internacional. «Las estadísticas de los países que han abolido la pena de muerte muestran que su ausencia no ha resultado en un aumento de delitos de droga», apunta Chiara Sangiorgio, investigadora de la pena capital de la organización, en un comunicado.