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Abdeslam dice que no quiso detonar su cinturón explosivo

Salah Abdeslam se negó ayer a aclarar la mayoría de las incógnitas que persisten sobre los atentados del 15N en París, pero aseguró que no quiso activar el cinturón de explosivos que llevaba.


Salah Abdeslam, el principal acusado de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y Saint Denis, que dejaron 130 víctimas mortales, y único superviviente del comando yihadista que los perpetró, se negó ayer a declarar durante su interrogatorio en el juicio, pero al final señaló que por voluntad propia rechazó accionar su cinturón de explosivos y que mintió cuando dijo a sus cómplices que el mecanismo no funcionó.

«No pude ir hasta el final. Renuncié a activar mi cinturón. No por cobardía, no por miedo. Porque no quería, es todo», dijo tras tres horas de interrogatorio en el que había guardado silencio.

Agregó que fue en vísperas de los atentados, en un encuentro con Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados, cuando se vio dentro del comando y dijo haber sido arrastrado por su hermano Brahim.

Una confesión que corrobora la que la víspera había hecho su amigo Mohamed Abrini, quien señaló que era él y no Salah Abdeslam quien debía formar parte de los comandos en el plan inicial, pero que renunció días antes, por lo que Brahim pidió a su hermano que le sustituyera.

Confesó que los días siguientes mintió a sus cómplices al decirles que el cinturón de explosivos no había funcionado: «Sentía vergüenza de no haber llegado hasta el final. Temía lo que pensaran los otros. Y tenía 25 años». Y añadió que abandonó el cinturón en el sur de la ciudad tras haber retirado el detonador y la batería para evitar su activación.

Justificó su silencio durante buena parte de la jornada por el hecho de que sus palabras «se sacan de contexto» y porque siente que se está juzgando lo que hizo el Estado Islámico (ISIS) en Siria y no los ataques de la coalición contra ellos.

Antes de volver a negarse a responder escuchó la infinidad de elementos que apuntan a su culpabilidad.

El fiscal consideró «mentira» su intento de ser considerado como alguien que se vio arrastrado en contra de su voluntad. «La cobardía es la seña de identidad de los terroristas. No tiene ni un ápice de coraje», le espetó.