GARA Euskal Herriko egunkaria
AZKEN PUNTUA

Gas


Como a un champán de imitación, a Zemmour le duraron poco las burbujas una vez abierta la campaña electoral. Pero su discurso, xenófobo y chauvinista hasta el vómito, ha logrado emborrachar a una buena parte del electorado, cada vez más numeroso a ese lado de la extrema derecha, hasta el punto de que Marine Le Pen, que sigue manteniendo sus propios fieles, incluso puede parecer moderada a ojos de votantes blancos, cristianos y ebrios. Y hasta tal punto la sociedad francesa está quebrada por la crisis económica y por el discurso identitario e islamófobo y por la miseria intelectual, que si, como todo indicaba ayer, se presenta una segunda vuelta con Macron y Le Pen mano a mano, es posible que por primera vez en la Historia la extrema derecha conquiste el Elíseo. Porque Macron, ya no tiene el crédito de los votantes de izquierda tras cinco años de recortes sociales y de discursos espumosos de poso amargo y vacío. Los que hace un lustro se taparon la nariz para votarle en la segunda vuelta tienen ahora motivos más que suficientes para no acudir a las urnas. A no ser que en estas dos semanas, el presidente logre embriagarles con discursos buenistas y convencerles de que la gestión de los próximos cinco años será diametralmente opuesta a la de los últimos. Pero cada vez le queda menos gas y Le Pen va sobrada con el que le prestó Putin. Un milagro si esto no explota.