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HISTORIA DE UN DOCUMENTAL SOBRE MARCELO BIELSA (PARTE 1. ON THE ROAD)


Hagamos un documental sobre Bielsa! Lo decidimos a finales de 2019 en los templos donde se toman las grandes decisiones y se cierran negocios, en el bar. Aventurarnos en procesos creativos nuevos es un estímulo que nunca hemos rechazado, así que, pensando que sería una aventura divertida, nos lanzamos a diseñarlo. La idea era hacer algo sencillo, ir conduciendo el relato a través de vivencias de ex jugadores, de miembros de los equipos técnicos y de seguidores, de los clubes en los que estuvo en diferentes ciudades, haciendo especial hincapié en el disfrute del propio proceso de trabajo pero sin perder de vista el resultado final, que no era otro que viajar a Leeds y poder conocer a Marcelo en persona. ¿Una bilbainada? Tal vez.

Teníamos todo lo necesario a nivel técnico de la mano de “Tiro Pun Ekoizpenak”, y un guión que se iba elaborando sólo, con un protagonista, cientos de extras, un equipo (des)centrado pero, sobre todo, ilusión. Una ilusión que, a posteriori, resultó ser más inquebrantable que los propios valores del “Loco”.

Todavía hoy se puede escuchar en San Mamés el cántico que afirma que «a lo loco se vive mejor», y que recuerda la figura del técnico y todo lo que dejó en Bilbo durante dos temporadas, tanto a nivel deportivo como social y personal.

Las anécdotas en la capital vizcaína se cuentan por cientos, la victoria en Old Trafford, las finales de Copa y Europa League, el discurso sobre los millonarios prematuros cuando sacaba a los niños y niñas al campo en mitad de un entrenamiento, cuando se pasaba horas atendiendo a la afición, la lonja de Romo, hacer colas para ver partidos, los pines, aquel reloj, la autodenuncia, la oratoria, su cercanía con la masa social y la distancia con la plantilla…

Una muestra de su atípico modus operandi es lo que contó Víctor Orta, director deportivo del conjunto inglés, a raíz del fichaje del rosarino por el equipo de Yorkshire, a quien ya trató fichar en su anterior etapa en Sevilla y San Petersburgo. Una vez que consiguió convencer al presidente Radrizzani de que el argentino era el idóneo para su equipo, intentó contactar con él vía telefónica y, al no conseguirlo, le dejó un mensaje de voz. Al día siguiente, cuando el técnico le devolvió la llamada, ya había visionado cinco partidos de la anterior temporada del conjunto “white”.

 

Ascenso del Leeds

Para nosotros, Marcelo representa todo lo que nos enamoró del fútbol cuando éramos niños: idealismo, pasión, alegría, juego, rebeldía, valentía, sinceridad y nobleza.

Compramos los primeros billetes de avión a finales de octubre de 2019, pensando llegar en primavera y poder disfrutar de algún partido decisivo en la recta final de la liga, pero nuestro primer escollo, curiosamente, también supuso una gran alegría. El Athletic que vagaba por aquel entonces sin pena ni gloria por la Liga decidió, a través del cañón de Yuri, clasificarse para la primera final de copa entre los leones y la Real. El documental está muy bien, pero el propio Marcelo nunca se hubiera perdido una final entre Newell’s y Central. Había que ser consecuentes, así que decidimos cambiar los vuelos sin saber que eso sería el principio de nuestro “Tourmalet” particular hacia la ciudad inglesa.

Primero la final en Sevilla y luego Leeds. Un plan sin fisuras. Pero llegó el covid-19 y nos obligó a posponer el viaje por segunda vez, de hecho, nos trastocó todo (qué os voy a contar), incertidumbre, confinamientos, birrallamadas y teletrabajo en el mejor de los casos, un auténtico bajón.

Fieles a nuestro compromiso para con el grupo, y espoleados por las imágenes que nos llegaban del ascenso a la Premier League del Leeds United después de 16 años de la mano del querido profe, decidimos reactivar la búsqueda de vuelos y reorganizar las tareas.

Un balón de oxígeno

Aquel triunfo fue un balón de oxígeno para nosotros, que veíamos cómo se iban al garete todos nuestros planes sociales por culpa de la pandemia, mientras el conjunto isleño iba calando poco a poco en nosotros sin darnos cuenta. Por el camino nos llegaban imágenes de Marcelo y los relatos de sus nuevas excentricidades, como aquella vez que le vieron comprando en el supermercado con el chándal del equipo; el gol que obligó que se dejaran meter sus jugadores en un partido vital contra el Aston Villa; cuando le acusaron de espiar al Derby County y dio una charla de una hora y media a los medios analizando al equipo rival; aquel día en que hizo que el equipo recogiera la basura de los aledaños del campo de entrenamiento para que valoraran el trabajo que le costaría a un aficionado medio acceder a una entrada; los vaivenes con el traductor en las ruedas de prensa, la chimenea que construyó en el campo de entrenamiento para que hiciera de punto de encuentro entre jugadores y staff técnico, el mismo al que se llevaba, para sus reuniones, a una conocida cadena de cafés en el centro de la ciudad; y así hasta un sinfín de historias curiosas, divertidas y locas.

También tuvo detalles con las personas empleadas por el club, como pagar de su bolsillo un gimnasio en las instalaciones de entrenamiento para que pudieran utilizarlo fuera de su horario laboral de manera gratuita o realizar sorteos en Navidad, en el que a un guarda de seguridad le tocó un coche FIAT 500.

La temporada de los estadios vacíos terminó con el Leeds en novena posición, haciendo un papel más que digno como recién ascendido a la máxima categoría. Estaba claro, si la afición de los “Peacocks” no podía acceder al campo, nosotros tampoco. Habría que esperar de nuevo, esta vez a la temporada siguiente, con un nuevo drama en el horizonte: ¿renovará Bielsa?

Que sí, que no, nos pasamos el verano de 2021 mirando el mercado de fichajes todos los días… ¡Pendientes de un entrenador! Si me lo hubieran dicho hace un tiempo no me lo hubiera creído ni por mucho.

Finalmente renovó y volvimos a estar “en el game”, nos sentíamos como Allan Parish en Jumanji, esperando a que alguien volviera a tirar los dados, nos tocó a nosotros tirar y volvimos a comprar nuevos vuelos, ¿qué más puede pasar? Efectivamente, algo que no habíamos vislumbrado en todo este tiempo; los malos resultados, las derrotas abultadas una detrás de otra y los medios dudando sobre la continuidad del argentino le dieron la vuelta al reloj de arena. No puede ser.

Confiando en que el destino nos recompensaría y que el equipo remontaría sobre el césped, contactamos con el Club y con Marcelo (lo que se habla con Marcelo se queda entre nosotros, como en las Jaias de Amoroto). Teníamos todo: el contacto, los vuelos, el plan, las vacunas, las entrevistas a los aficionados, un trabajo técnico milimétrico, nada nos podía parar.

El veneno en la garganta

Llegaron nuevas medidas, nuevas olas y repuntes del virus y, a falta de cinco días para volar, nos vimos obligados a cancelar de nuevo el viaje. Se acababa el año 2021 y parecía que, directamente, nos habían echado de la partida, habíamos perdido, tocaba aceptar la derrota. O quizás no.

Uvas, deseos, Nochevieja, cohetes… comenzó el 2022 y nos volvimos a juntar en la oficina (el bar). Entramos felicitándonos el año y salimos con nuevos billetes y una fecha fijada en el calendario, el del partido que enfrentaría al Leeds contra el Norwich City en la lucha por la permanencia. Así de fácil.

«Estáis chalados», era el denominador común de los comentarios de la gente cercana. Nadie nos entendía, como le ha ocurrido tantas veces a nuestro protagonista, pero nosotros seguíamos intentando mantener la última esperanza en la partida. Al mismo tiempo, al Leeds le endosaban goleadas históricas, se iban cayendo de la lista de convocados, por lesión, todo el bloque central del equipo, viéndose obligado, por momentos, a jugar con hasta media docena de canteranos sin experiencia en el fútbol profesional.

Nada favorecía nuestra causa. Peligrosamente cerca de los puestos de descenso, el idealismo de luchar con las circunstancias que tocan en cada momento hizo que Marcelo decidiera no posponer ningún partido a pesar de que la federación le dio permiso para hacerlo por falta de futbolistas. Y así fue como, una vez más, el técnico decidió morir con las botas puestas, sin renunciar a su sistema ni a su estilo de fútbol directo y valiente.

Marcelo Bielsa fue despedido, dejando tras de sí una afición de luto, huérfana de un modelo a seguir y de gestas, que veía cómo se marchaba su último gran ídolo, el señor que les llevó a recuperar el orgullo del club y de toda la ciudad, el héroe simpático y raro que nunca aprendió inglés, pero por el que sentían una devoción irracional.

De hecho, los homenajes fueron a su medida: el icónico pub Old Peacock, contiguo al estadio, cambió de nombre hasta final de temporada por The Bielsa, la calle céntrica seguirá llamándose The Bielsa Way, se seguirá sirviendo también la cerveza El Loco… Hoy en día se está llevando a debate, incluso, que le concedan el título de Freedom Of The City (el reconocimiento más importante de la ciudad) por su contribución a la misma desde el mundo del fútbol.

Nosotros también vivimos, como ellos, el fin de una era que nos dejaba sin nada, sin protagonista y sin entradas, una vez más, dolidos por Marcelo y sintiendo que era el gancho definitivo que nos impedía levantarnos de la lona. Todavía recuerdo las imágenes de los aficionados que fueron a despedirle a la puerta de su casa y la sonrisa agradecida del loco.