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EUROLIGA

Pablo Laso, a un paso de su tercer título europeo


A partir de las 19.00 en el Stark Arena, Pablo Laso dirigirá su quinta final de la Euroliga al frente del banquillo del Real Madrid. Perdió las dos primeras: ante Olympiacos en 2013 y Maccabi en 2014. Ganó las dos siguientes: ante Fenerbahçe en 2015 y 2018. Si con estos números el gasteiztarra no está aún en el Olimpo del basket continental, quizá lo esté si consigue su tercer entorchado. Aunque habrá que convenir que merece todo el respeto desde hace muchos años.

Laso y su equipo se va a topar enfrente con el vigente campeón: un Anadolu Efes que, al igual que su rival de esta tarde, aún saborea el «subidón» por haberse llevado su semifinal. Si los merengues remontaron 13 puntos ante el Barça, el triple decisivo de Vasilije Micic dejó en la cuneta a un Olympiacos que jamás se rindió.

Laso y sus pupilos llegan a esta finalísima después de encadenar nueve victorias, pero perdieron en la semifinal al base Nigel Williams–Goss, un jugador al que echará de menos el técnico alavés en la defensa de Micic y Shane Larkin, la gran pareja de oro del conjunto que entrena Ergin Ataman, y que encadena su tercera final continental.

Por tanto, el director del banquillo madridista deberá decidir si activa a Thomas Heurtel, apartado desde el pasado 31 de marzo, o si se la juega con Abalde de base junto con Llull, más las apuestas defensivas de los Taylor o Causeur.

Avejentados, pero duros

Uno de los reproches que se les puede hacer a estos dos equipos –y a la Euroliga– es que llegan a la final conjuntos con jugadores en el ocaso de sus carreras.

Larkin y Micic están cada vez más solos en el bando otomano, sin la importante mano que en su día secundarios como Beaubois o Simon pudieran echarles. Elijah Bryant fue el arma secreta de Ataman en semifinales, y buena falta le hará en la final, sobre todo porque Larkin acabó tocado del gemelo.

En el juego interior, los Pleiss, Singleton y Moerman parecen inferiores a Yabusele, Tavares y Poirier. No obstante, alguien suplirá sus carencias físicas con una competitividad a prueba de bomba. Ese será el ganador.