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El legado de Gladys


Ha pasado medio siglo desde que comenzaron las primeras protestas ecologistas en Euskal Herria, siendo la lucha del movimiento antinuclear durante la Transición su máximo exponente. Pese al marcado carácter pacifista de esta lucha, activistas como Gladys del Estal Ferreño pagaron con la vida su compromiso. No olvidemos que fue un periodo de gran represión contra los movimientos y luchas sociales, dejando por el camino muchas víctimas mortales.

Una de ellas fue Gladys, militante ecologista asesinada el 3 de junio de 1979 en Tudela por los disparos del guardia civil José Martínez Salas. Su delito, participar en una protesta pacífica, antimilitarista y antinuclear. El asesino de Gladys fue condenado a 18 meses de prisión, pena que nunca cumplió. Es más, «por su entrega y labor en la Ribera navarra», fue condecorado hasta en dos ocasiones. Le concedieron la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con Distintivo Blanco (1982) y, unos años más tarde (1992), fue agasajado por el alcalde de Tudela del PSOE José Antonio Sola.

El legado de esta defensa de la tierra y de un futuro más respetuoso con el medio ambiente, respetando los límites del planeta, sigue todavía vivo. Son miles las militantes ecologistas que, a día de hoy, siguen luchando por una transición ecológica justa y un modelo energético que no esté supeditado a los intereses del oligopolio energético y sus beneficios caídos del cielo.

Son numerosas las plataformas surgidas en Nafarroa en los últimos tiempos para defender su territorio frente a la especulación y los intereses oscuros de las grandes empresas energéticas, con amenazas como los más de cien macroparques eólicos y solares que quieren implantar en el entorno rural navarro para seguir alimentando sus beneficios económicos.

El pasado 28 de mayo, las organizaciones y colectivos sociales integrados en la plataforma Nafarroako Energia Eraldatzen-Transformando Energía Navarra se dieron cita en la capital, Iruña. Una convocatoria masiva bajo el lema «Cambiemos el sistema, no el clima» en la que se denunciaron las grandes afecciones y destrozos que generan en los pueblos y su entorno natural las gigantescas infraestructuras de producción de energía renovable y una apelación clara al Gobierno de Navarra: la urgencia de transitar hacia otro modelo energético más justo y útil para las personas y los territorios.

Energías verdes y renovables son necesarias si queremos tener un futuro como sociedad y como planeta. La cuestión es cómo y para quién se piensa este nuevo modelo energético. No podemos dejar la puerta y el paso abierto a aquellas empresas que, bajo la etiqueta de verde y sostenible –por más que Europa quiera poner este sello incluso a las nucleares– pretenden aprovechar la crisis climática y energética para hacer negocio, ocupando pueblos y expoliando a los municipios sus bienes naturales.

Una vez más la sociedad, junto al movimiento ecologista, está diciendo no, y seguirá haciéndolo hasta que logremos transitar hacia modelos justos, equitativos y que respondan a las realidades territoriales que nos permitan construir modelos de soberanía en el sentido más amplio de la palabra. Los valores y motivos que llevaron a Gladys del Estal a asumir el compromiso por construir espacios y vidas dignas de ser vividas hace más de 40 años siguen vigentes, y tienen el músculo social y el ineludible futuro que abordar colectivamente. Por Gladys, por nuestros pueblos, por nuestras vidas, seguimos y seguiremos en pie.