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BALONCESTO

La buena estrella de Steve Kerr, o la tremenda diferencia entre ser y estar

El técnico de los Warriors acaba de ganar su noveno anillo de la NBA. De más de mil partidos que jugó en su carrera, fue titular en menos de 50, pero siempre fue importante como triplista, y hoy lo es como técnico y también como voz ante las injusticias.


Hay idiomas como el inglés que no diferencian entre el verbo ser y el verbo estar. Sin embargo, Steve Kerr fue como jugador y es como entrenador, un ejemplo diáfano de lo que supone la diferencia entre los dos verbos.

Ya son nueve los anillos que ha conquistado este hombre que el 27 de septiembre cumplirá 57 años. Iguala así a Red Auerbach, y solo tiene por delante a Phil Jackson con 13, Bill Russell con 11, Sam Jones, K.C.Jones y Tom Heinsohn con 10. Y además, Kerr sustituirá a Gregg Popovych al frente de la selección masculina de los Estados Unidos hasta 2024, con lo que podría añadir un oro olímpico a su currículum, quizás el único trofeo que aún no ha ganado.

DE LA NECESIDAD, VIRTUD.

Libanés de nacimiento, Kerr hizo de la necesidad virtud bien pronto. Ante todo, afianzar su tiro, de forma que tras salir elegido en la segunda ronda del draft de 1988, en el puesto 50 elegido por los Phoenix Suns, después de un año en Arizona, pasó por Cleveland a la sombra de Mark Price y en 1993, coincidente con la primera retirada de Jordan, recaló en los Bulls.

Dureza para superar el asesinato de su padre, Malcom H. Kerr, profesor en la Universidad Americana de Beirut, cuando fue abatido en 1984 de dos tiros cercanos por un militante de Hezbolá.

Dureza mental que lo llevó a liarse a puñetazos con todo un Michael Jordan en un entrenamiento, luego de que este, después de su primera retirada, retornara a los Bulls dispuesto a demostrar a sus compañeros que aquel seguía siendo «su» equipo.

Curiosamente, Jordan empezó a respetar a Kerr merced a que fue capaz de plantarle cara a golpes, y en las Finales de 1997, un Kerr dolido consigo mismo porque un fallo suyo en el tiro había supuesto una derrota ante los Jazz, logró redimirse a pase de un Jordan que en el tiempo muerto previo lo puso sobre aviso. «En cuanto reciba el balón llegará la ayuda de tu par. Estate preparado», le dijo Michael Jordan. «¡Lo estaré!», replicó Steve Kerr, que no falló.

Dureza para ser un secundario y disfrutar de ello, así en los anillos ganados con Chicago entre 1996 y 1998, como en los ganados con San Antonio, en 1999 y 2003, superando siempre el 40% en triples.

«Tengo el mejor trabajo del mundo. Juego seis minutos, meto dos canastas y todos quieren entrevistarme en la sala de prensa», llegó a decir. «Me identifico con los que no salen de inicio, más que con las estrellas, porque tengo experiencia saliendo del banquillo», recuerda Kerr hoy, ya que tras más de mil partidos en la NBA, el técnico de los Warriors saltó en el quinteto titular en menos de 50.

DE LA TELEVISIÓN, AL ANILLO.

«Hay casos en los que el paso a los banquillos es obvio. Y Steve lo era». Son palabras de Gregg Popovich, pero el salto de Steve Kerr a los banquillos no se dio hasta 2014.

Kerr, tras rechazar una oferta de los Knicks, saltó al banquillo de los Warriors en lugar de Mark Jackson desde su condición de comentarista televisivo, como Pat Riley en los Lakers en 1982. Eran aquellos Warriors el germen de lo que son hoy, con Stephen Curry, Draymond Green y Klay Thompson ya en escena, pero sin explotar aún. Y hete aquí que bajo la batuta de Steve Kerr, la franquicia de la Bahía de San Francisco iba a explotar a lo grande.

Pero antes de forjar la leyenda, tocaba dar el primer aldabonazo: primer año como entrenador jefe de la NBA y primer anillo al canto, el único capaz de lograrlo junto con Edward Gottlieb en 1947 y Pat Riley en 1982. Después llegarían los anillos de 2017, 2018 y 2022.

DEL BANQUILLO, A LA PRIMERA PLANA.

¡Ya basta! Estoy cansado de venir aquí a dar las condolencias a unas familias porque han perdido a sus seres queridos a tiros! ¿Cuándo haremos algo?», dijo Kerr, aguantándose la rabia y las lágrimas tras la matanza de Uvalde.

Un Steve Kerr que no dudó en tildar de «racista» a Donald Trump y condenar la violenta respuesta policial a las manifestaciones que se dieron en Estados Unidos luego de que George Floyd fuese asesinado por la policía.

Y un Steve Kerr que, después de que tuviera que ser operado dos veces de la espalda, se mostraba partidario del empleo de la marihuana con fines medicinales en vez del habitual uso de opiáceos en el mundo del deporte.

«Tras haber pasado mucho dolor durante el último año con mi propia recuperación de la cirugía de espalda, investigué mucho. A los jugadores de la NFL les dan Vicodin, Oxycontin , Percocet... como si fuera vitamina C, pero tienen sus peligros de adicción y riesgos para la salud a largo plazo. No creo que haya ninguna duda de que la marihuana es mejor para tu cuerpo que cualquier opiáceo. Es cuestión de tiempo que se acepte», sentencia Steve Kerr, seguro de que en ese debate también será parte del éxito, como en su carrera.