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Algo que te quite el sueño


Ocho; diez a lo sumo. Esa es, según dicen, la vida útil de un colchón. Debería, en consecuencia, jubilar el mío. Me he puesto a trastear en Internet y casi hay que hacer un máster para decidirse por uno: que si de látex, que si viscoelásticos… En ese maremágnum me he encontrado una joyita publicitaria, una campaña de "Oriol Villar" que repite un eslogan desconcertante teniendo en cuenta lo que nos quiere vender: «Haz algo que te quite el sueño». A pesar de su calidad o -quizás justamente por ella- esos spot han pasado casi inadvertidos. Sin embargo, tienen una factura cinematográfica, reinventan el blanco y negro y utilizan el bisturí emocional -siempre tan delicado, tan peligroso- con una mesura y un virtuosismo de cirujano.

Me viene todo esto a la cabeza porque por estas fechas nos toca proponer al alumnado un itinerario educativo. Vemos, analizamos su evolución académica y les señalamos, les abrimos alguna puerta. El aplicativo en el que acabamos hace unos días de reflejar las calificaciones nos pide en una de sus pestañas el «consejo orientador del equipo docente». El menú de posibilidades viene completamente pautado y no, no aparece la casilla «colchonera»: «Inclínate por algo en que lo des todo, que te resulte gratificante, que te emocione, que te entusiasme; que te saque, en definitiva, de la cama». Y, sin embargo, esa es la única correcta. No sé cómo al informático que ha diseñado la plantilla se le ha pasado esa opción por alto.

Son demasiados los casos en que las salidas laborales embarcarán a esos chavales en carreras y ciclos que no les llenarán nunca y que, en ocasiones, acaban abandonando. Por otro lado en muchas situaciones, sobre todo ante los mejores expedientes, se desestiman -se desprecian- las Letras por motivos más que discutibles. Como subraya Jordi Llovet en “Adiós a la universidad: el eclipse de las humanidades”, se ha producido una lamentable «deriva de la educación universitaria hacia un modelo prioritariamente interesado por la eficacia económica».

Por eso para un profe de lengua como un servidor resulta tan gratificante que Gabriel Plaza, que ha obtenido una de las notas más altas de la EBAU -13,964- vaya a cursar Clásicas. Le han -ha tenido que desactivar su cuenta de twitter- puesto a caldo perejil por pasarse al trasnochado, al analógico equipo de Esquilo, Cicerón y Eurípides.

«Prefiero la felicidad al éxito seguro» ha repetido una y otra vez el chaval desde el carrusel, desde el tiovivo informativo al que ha estado subido durante días; está claro que si le dan a escoger prefiere algo que le quite el sueño. Y a él le quita el sueño la Lengua como a otro se lo puede quitar el álgebra, hacer queso o asomarse a un microscopio.

Creo que definitivamente me voy a inclinar por el viscoelástico; por adaptabilidad más que nada. Al de látex le falta firmeza. Claro que el de muelles también tiene sus ventajas pero no transpira igual; nada que ver. El somier; también debería cambiar el somier. Habrá que consultarlo con la almohada. Hablando de almohadas, tampoco puedo dejar la misma almohada…

En fin.