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La matanza de Uvalde evidencia la incapacidad policial en EEUU

Dos meses después de la matanza en la escuela de Uvalde (Texas) en la que murieron 19 niños y 2 profesoras, las familias exigen procesar a los policías que fueron incapaces de salvarles la vida. Los 376 agentes que llegaron a la Escuela Primaria Robb tardaron 73 minutos en actuar. El joven atacante de 18 años resultó muerto.

Un agente de Policía pasa el pasado 28 de mayo por el memorial instalado a la entrada de la escuela Robb Elementary School. (Chandan KHANNA | AFP)

Así lo refleja un informe realizado por el Comité de Investigación de la Cámara de Representantes de Texas que se dio a conocer días después de la publicación de un vídeo en el que se ve a los agentes esperar dentro de la escuela parapetados con escudos y armas de gran calibre sin hacer absolutamente nada por salvar la vida de los escolares. Pese a escuchar los disparos, se demoraron más de una hora en abrir la puerta del aula y matar al tirador.

El informe denuncia «fallos sistémicos» y una toma de decisiones «atrozmente pobre», si bien exculpa a los policías al asegurar que, aparte del atacante, no encontró ningún «villano: no hay nadie a quien podamos atribuir malicia o malas intenciones».

Muy contraria es la postura de las familias quienes incluso antes de conocer lo que había sucedido con exactitud, ya apuntaban a la Policía como responsable de no haber impedido la muerte de las 21 personas. De momento, la única consecuencia que ha habido ha sido la suspensión temporal de su cargo del jefe de Policía del Distrito Escolar Independiente Consolidado de Uvalde, Pete Arredondo, después de que los padres y madres de los niños exigieran su dimisión al ser quien supuestamente estaba al cargo de la operación. Hasta ahora, era la única cabeza de turco, aunque se ha sabido que en el lugar había 91 agentes de la policía estatal de Texas y 149 de la patrulla fronteriza que tampoco actuaron. Llama la atención este caso de indiferencia policial en un país donde suele ser habitual el uso excesivo de la fuerza. En junio, ocho agentes dispararon 46 balas contra un hombre negro desarmado en el estado de Ohio después de un control de tráfico. Todo ello a pesar del movimiento Black Lives Matter, que se avivó tras la muerte en 2020 de George Floyd, también negro, por parte de un policía blanco que lo asfixió en el suelo con su rodilla.

Sin embargo, el pasado 24 de mayo, cientos de policías no se atrevieron a salvaguardar la vida de escolares dentro de la escuela de Uvalde, donde la mayoría de estudiantes eran de origen latino. Ello ha provocado la indignación en este pequeño pueblo de 15.000 habitantes, donde han llegado a convocar manifestaciones que finalizan en la Corte para exigir justicia contra los policías. Familias y pobladores portan carteles en los que se lee «Policía de Uvalde ¿protege y sirve o corre y oculta?» o «El Estado solo se protege a sí mismo». Kimberly Rubio, madre de Alexandria Aniyah Rubio, una de las niñas que murió en el tiroteo, aseguró que quiere que le devuelvan a su hija, pero«como no puedo tenerla, entonces, quienes no la protegieron nunca encontrarán la paz».

«FIERCE MADRES»

En Uvalde ha surgido el movimiento «Fierce Madres», conformado por madres latinas de EEUU con el fin de denunciar la pasividad policial durante la masacre y apostar por el control de las armas. Su fundadora, Ángela Villescaz, advierte de que la «presión» que hacen para la destitución del jefe policial es «solo el comienzo», ya que existe «suficiente información que refleja que no hizo su trabajo bien y ni siquiera tenía su radio». Por ello, considera que tanto él como el resto de agentes que estaban «parados en ese lugar, deben enfrentar cargos criminales porque estaban escuchando los gritos de los niños y nunca entraron, lo que supone una negligencia».

Así, insiste en que «no solamente deben perder su trabajo, sino que deben enfrentar un proceso judicial» dado que no solo no pusieron atención a los escolares, sino que incluso «estaban tratando mal a los padres y madres y los pusieron esposados de rodillas» para evitar que entraran a salvar a sus hijos.

«¿Ustedes consideran que los oficiales que estaban ese día hicieron su trabajo? ¿Sí o no? Y, si no hicieron su trabajo, ¿por qué los seguimos empleando?», increpó Michael Brown, padre de uno de los niños supervivientes del tiroteo durante una reunión con las autoridades del distrito escolar de Uvalde. De momento, ya se han producido tibios movimientos en la policía estatal de Texas para depurar responsabilidades. El Departamento de Seguridad Pública de Texas ha anunciado una investigación interna para determinar qué falló en la respuesta de sus agentes y si se violaron doctrinas establecidas ante tiroteos teniendo en cuenta el «rotundo fracaso» de su actuación en Uvalde, en palabras del director del Departamento.

A la entrada de la escuela que el Ayuntamiento prevé demoler se lee en inglés y español «Robb Elementary School. Bienvenidos». A este lugar se acercan cada día cientos de personas para recordar a las 21 víctimas en una especie de santuario en el que se ha convertido el lugar con fotos, juguetes, mochilas, banderas de EEUU y muestras de apoyo llegadas de todo el país. Hasta allí ha acudido Rubén Torres, veterano de la guerra de Vietnam, quien lamenta que esta tragedia«no debería haber pasado porque los policías tuvieron mucho tiempo para pararla y no lo hicieron». Censura que el jefe policial «cuidó más a sus hombres que a los niños, aunque no sé si los agentes irán a la cárcel algún día».