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Por ejemplo, llueve


Por ejemplo, llueve: ya, no todo lo que fuera deseable, pero mansa o furiosamente el agua cae del cielo. Y es algo tan normal como mágico. Porque, sin duda, los hechos más cotidianos son los más increíbles. Lo más trivial resulta ser insólito. Lo asombroso se cuela en el día a día con la perseverancia y la terquedad del agua.

Hay en esa línea un relato imprescindible de Julio Cortázar, "Continuidad de los parques" en que la historia sobre dos amantes que está leyendo el protagonista tranquilamente en un sillón, irrumpe en su propia vida; más bien en su propia muerte.

Aparte de esa falta de fronteras, de límites definidos entre lo extraordinario y lo habitual, hay otra serie de trasvases, de tangencias, de puertas giratorias, incluso más sorprendentes, de las que da fe a diario la actualidad informativa:

Ahí tenemos, sin ir más lejos «el viaje a ninguna parte» que hacen los políticos desde la función pública al espectáculo. Debemos al hemiciclo excelentes actores de reparto y a la Corona escenas imborrables como la de la espada de Bolívar o la salida de la catedral de Palma. Curioso en este caso el trayecto en sentido inverso de Toni Cantó o de Zelenski.

Y hablando de Zelenski y Zelenska: cuestionable su invasión de Vogue de la mano de Annie Leibovitz; esa guerra embalada en papel cuché, convertida en modelos pret-a-porter. O el caso de Sanna Marin: uno esperaba que, al menos en Finlandia, estuvieran claros los límites entre la vida pública y la privada; que una primera ministra reconociera la línea roja entre la exposición pública oficial y la escandalera de las redes sociales.

Elocuente la del papa Francisco y esa rodilla tan humana, tan vulnerable, tan frágil para un representante de la divinidad; como si en esa artrosis hubiera una metáfora o una señal, un mensaje del Cielo en un cuerpo terrenal.

Impactante también ese tren rodeado por el fuego que sin duda se ha escapado de alguna película de acción y ha llegado a Bejís. O esa imagen fusilada de la Biblia, del Antiguo Testamento, encarnada por Joao Paolo, el joven de Boa Vista que surge entre las llamas con un cordero sobre sus hombros.

"Una vocación imposible", la antología de relatos de Juan José Millas, juega de manera magistral con esos solapamientos. Nadie como el autor de "El Mundo" contempla los hechos más convencionales desde esa perspectiva tan insólita. Esa es su estrategia incluso cuando su trabajo se acerca al reportaje, a la realidad más inmediata: recordemos sus “Articuentos” o "Hay algo que no es como me dicen", en torno al caso de Nevenka Fernández. Para que le -nos- entendamos, se trata de contemplar, de mirar el plano como si no hubiera compartimentos estancos; porque, evidentemente, no los hay.

Por ejemplo, las rebajas... las escaleras: esa incongruencia entre valor y precio según el mes o incluso la hora, esa forma tan inquietante en que se pliega el suelo a las primeras de cambio. Los recuerdos, las mareas…

En fin