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CRÍTICA: «BAILA CON LA VIDA»

La hermana burguesa y la hermana comunista


Por lo general cuando una película procedente del otro lado de la muga se estrena en nuestras salas, se suele decir que ha sido un éxito en el mercado francófono. No siempre es así, pues “Alors on danse” (2021) se quedó solo en los 235.000 espectadores. La razón es bien clara, en el Estado francés los remakes están mal vistos, siendo como son defensores a ultranza de su cine con guiones propios. De un tiempo a esta parte solamente se practica dentro del género de comedia, pero sin buenos resultados aún. Y qué decir cuando la versión original de la que parte la correspondiente traducción tampoco llamó mucho la atención en su país. Por algún motivo que se me escapa, la cuestión es que a Michèle Laroque le gustó la película británica de Richard Loncraine “Finding Your Feet” (2017), tal vez por su reparto de lujo con Imelda Staunton, Celia Imrie, Joanna Lumley, David Hayman y Tomothy Spall. Pues por lo demás la ha sometido a muchos cambios, con otro final distinto, ya que la hermana bohemia acababa muriendo.

En “Baila con la vida” (2021) la hermana, a la que llaman Danie La Roja (Isabelle Nanty), es una comunista de lo más folclórica, por lo que su personaje se convierte en pura caricatura. A Michèle Laroque le sirve de fácil contraste, a sabiendas de que a ella lo que le va es el rol burgués. Si en la vida real estuvo casada con el exministro François Baroin, en la ficción su marido Paul (Antoine Duléry) es dueño de unas grandes bodegas de vino, en las que descubrirá que le engaña con su mejor amiga.

Cuando le llega el anuncio de divorcio regresa a la casa familiar, y Danie le presentará a sus amigos Lucien (Thierry Lhermitte) y Roberto (Patrick Timsit), junto a la profesora de baile Aline (Jeanne Balibar). Se unirán para salvar la academia de danza de un alcalde corrupto (Jean-Hughes Anglade).