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Hermosa juventud, decrépito devenir


No necesito que el autor o autora de una película, libro o disco me genere simpatía o conectemos ideológicamente para que su obra me guste, me parezca interesante. Pero, desafortunadamente, en un mundo en el que el pez muere por tener la boca abierta ante los medios, por “sincero”, las palabras de los creadores nos condicionan. Leo demasiadas sandeces sacadas de contexto y utilizadas como clickbait en las entrevistas. También es cierto que preferiría no leerlas y mantenerme feliz en la más absorbente ignorancia.

“La precariedad existe, la extrema pobreza no” o “Desde el punto de vista de la ideología, no defiendo ni el machismo ni el feminismo” son algunas de las perlas que hemos podido leer durante estos días en los periódicos a raíz del estreno de la nueva película de Jaime Rosales “Girasoles silvestres”. Heredera, al parecer, de la interesante “Hermosa juventud” (que pudimos ver en Cannes en 2014) y que aunaba precariedad laboral, juventud y relaciones de pareja, ahora, estas relaciones llegan impregnadas de masculinidades tóxicas y de las resbaladizas declaraciones del cineasta. A pesar de lo que diga, el cine de Rosales siempre me ha parecido interesante, cerca del público pero sin tomarlo por un idiota. Sin embargo, como él mismo reconoce, el cine va impregnado de ideología, como todo.

Veremos la película, aunque sepamos que existe la extrema pobreza y que el cielo está plagado de falsas ecuanimidades.