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Frentes de batalla y de geoestrategia


Propaganda obliga, Occidente tiene tendencia a dar por derrotada a Rusia antes de tiempo. El recrudecimiento de los bombardeos en Ucrania, que le obliga a replegarse en posiciones defensivas y descuidar su exitosa contraofensiva en el este y sur, presagia que la guerra va para largo.

Pero la vuelta de tuerca rusa, más allá de que esté motivada por sus reveses en el frente y acelerada por el sabotaje al puente crimeo de Kerch, hace presagiar que esta guerra no se va a dirimir solo en el campo de batalla.

Rusia busca, con sus ataques, desgastar la moral de la ciudadanía ucraniana y someterla por frío e inanición, al dejarla sin luz cuando asoma el invierno.

Putin pretende así ganar tiempo reforzando sus maltrechas posiciones en sus anexionadas provincias, concentrando además tropas en Bielorrusia, en una clara maniobra de distracción.

El problema es que Rusia puede, con este intento de parar el reloj, y las calefacciones ucranianas, provocar el efecto de movilizar a los aliados de Ucrania.

Y puede sumar, a su vez, nuevos aliados de Kiev. El uso de drones iraníes no ha pasado desapercibido en Israel, donde aumentan las voces a favor de ayudar al Ejército ucraniano.

El Kremlin, consciente de que Israel es una potencia tanto en escudos antimisiles como en drones, ya ha advertido a Tel Aviv de consecuencias bilaterales.