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«EL OFICIO DE APRENDER»

Oda al compañerismo y a la laboriosidad artesanal


Dentro del cine social francófono el subgénero predominante es el de la integración de jóvenes marginales a través del estudio o el trabajo, y unas películas ya empiezan a parecerse peligrosamente a otras. No es que “Compagnons” (2021) pretenda ser distinta del resto, pero por lo menos se mueve en un contexto singular, y que de no ser por esta ficción bien documentada seguiríamos sin conocer. El realizador François Favrat nos descubre en su cuarto largometraje “Les Compagnons de Devoir”, un movimiento que promueve el compañerismo y la transmisión de los oficios artesanos para que no se pierdan. Sin duda una labor encomiable, pero sujeta al ojo crítico de quienes recelan de la ordenes religiosas, las sectas u otras organizaciones sometidas a reglas internas de obligado cumplimento. Favrat intenta convencernos de que estamos ante un fenémeno grupal con puntos positivos dignos de atención en el área formativa. Por lo que se puede ver en la película la vida de estos compañeros artesanos es un poco de estilo monacal, ya que la gente veterana toma a su cargo a la gente novata, enseñándoles un oficio dentro de la comunidad. Hay cantos colectivos y maestros que imparten clases muy especializadas, las cuales persiguen transmitir la búsqueda de la excelencia, por lo que sí que se rinde culto al perfeccionismo. Y ahí está un poco el punto de debate, porque seguramente la artesanía hecha con fidelidad a la tradición exige un grado de detalle por la obra bien hecha que reclama una absoluta dedicación difícil de encontrar en el mundo moderno.

La chica inmigrante del “banlieue” tiene una lógica predilección generacional por el arte callajero, pero cuando se mete en problemas es la Maison des Compagnons de Nantes la que le brinda una segunda oportunidad. Al pasar al arte inmemorial de las vidrieras su experiencia será un viaje en el tiempo.