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SEGUNDA

Una explosión de júbilo ilumina en el descuento una tarde gris

El Huesca se adelantó en el primer tiempo y, pese a la reacción local, controló el partido en el segundo. Pero un penalti de Rubén Pulido impulsó a los armeros y un gol en propia puerta del central oscense acabó dejando los tres puntos en Ipurua.

Arbilla, que reapareció tras la lesión, celebra el triunfo mientras Tejero y Berrocal se abrazan. (LALIGA | A)

Sobre la campana y con la colaboración involuntaria de Rubén Pulido, el Eibar se reencontró con la victoria, que le coloca a cuatro puntos del ascenso directo en el arranque de una semana exigentísima en la que se enfrentará a Burgos y Oviedo.

Fue una tarde gris que solo se iluminó en una recta final con más empuje y efectividad que juego. De eso faltó bastante durante casi todo el encuentro y no es la primera vez en una temporada en la que el Eibar alterna exhibiciones y actuaciones mediocres con demasiada ecuanimidad. Ayer fue en parte consecuencia de una circunstancia que no invita al optimismo en una semana con tres partidos, el aspecto de once y banquillo azulgranas. Apenas 19 convocados-incluyendo tres porteros y un futbolista del filial- entre los que no se encontraban Correa, Leschuk, Quique, Venancio y Aketxe. Y una alineación a la que se incorporaban futbolistas tan poco rodados como Chema -primera titularidad para el central, que sólo había disputado seis minutos allá por verano-, Ríos Reina -desde la cuarta jornada sólo había jugado media hora en Cartagena- o Bautista, que había disputado treinta minutos en las seis últimas jornadas.

Hubo una ocasión clarísima fallada por Stoichkov en el minuto cuatro pero el partid no empezó bien para un Eibar voluntarioso pero romo. Tampoco tuvo mucho trabajo Luca pero a diez del descanso el Huesca soltó un zarpazo que pareció definitivo durante muchos minutos. Un muy buen balón de Soko desde la izquierda que Escriche, colándose entre los centrales, tocaba lo justo para alejarlo del alcance de Luca y convertirlo en el 0-1.

Los dos entrendores moviron ficha tras el descans pero el juego se fue acercando paulatinamente a la portería de Andrés más por la voluntad local de voltear el marcador que por sus argumentos futbolísticos sobre el césped.

La fortuna premió su tesón y en el 82, una mano involuntaria pero clara de Rubén Pulido permitía a Corpas restablecer el empate de penalti. Se vino arriba el Eibar, experto en finales furibundos, y el temor hizo mella en los visitantes, que acabaron sucumbiendo en el descanso con un córner de Vadillo que Rubén Pulido, para redondear su tarde aciaga, introdujo en su portería, haciendo que Ipurua estallara de júbilo e incredulidad.