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«ZOE Y TEMPESTAD»

Nacida para ser caballista por encima de todo


Lo último que dirigió el quebequés Christian Duguay fue “Una bolsa de canicas” (2017), ya definitivamente instalado en el cine francófono, aunque sus comienzos fueron en el anglosajón siguiendo los pasos de David Cronenberg. Su veteranía y el hecho de que ya hizo una película de tema hípico como “Jappeloup” (2013), biopic del jinete olímpico Pierre Durand (Guillaume Canet) y su caballo campeón le dotan de oficio más que suficiente para manejar los tópicos genéricos de una historia de superación previsible en su desarrollo.

Pero sabe cómo ponerle emoción, con carrera final incluida en la que las inclemencias metereológicas no se lo pondrán fácil a la joven protagonista y su corcel, añadiendo espectacularidad a la escena.

El de la amazona Zoe es un relato accidentado porque, aunque parezca predestinada para ser una jockey como su padre, un suceso se interpone en su camino y la deja postrada en una silla de ruedas. Sin embargo, la dureza del reto no hará sino aumentar su amor y confianza en Tempête, el potro al que desde que vio nacer sabía que la llevaría muy lejos.